Internet y la protección de datos
Sábado, dos de la madrugada: la calle de Mozart se encuentra en pleno apogeo. Mientras ayudo a una amiga a atravesar la marabunta humana que se agolpa en esa minúscula calle, un/a desalmado/a aprovecha la confusión para robarme el monedero y el tabaco.
Lunes, a las 8.15: recibo la llamada de Estanis, un chico que se encarga de la limpieza de los lavabos portátiles que aparecen en el barrio de Gràcia en estos días. En el interior de uno de ellos encontró toda mi documentación y, en Internet, mi teléfono móvil.
Aprovecho para agradecerle enormemente a Estanis su buen gesto y a Internet su falta de privacidad.— Silvia González Poncelas.
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