Cuando los políticos aconsejan a un niño
Un diplomático británico invita a líderes mundiales a dar consejos vitales para sus hijos Han participado Carla Bruni, Barak Obama, Bill Clinton, David Beckham y JK Rowling
Acababa de tener a su primer hijo, pero el diplomático británico Tom Fletcher se sentía agobiado porque su trabajo le impedía ver al bebé tanto como quisiera. Por entonces, coincidió con la autora superventas JK Rowling durante una fiesta infantil en París. En lugar de limitarse a pedirle un autógrafo, se le ocurrió hacer algo con más trascendencia. Así que Fletcher sacó su nuevo cuaderno y le pidió a la creadora de Harry Potter que escribiese un consejo para su hijo Charlie. “No fumes. Dejarlo es una pesadilla”, anotó la escritora. “Haz caso a tu padre, a no ser que esté equivocado”, remató. Estas dos píldoras de sabiduría fueron las primeras de la larga lista que el diplomático ha ido recopilando desde 2007 y que planea entregar a su primogénito dentro de una década.
Hoy embajador británico en El Líbano, Fletcher ha llevado hasta el más alto nivel el deseo de transmitir experiencias vitales a sus descendientes (en 2011 tuvo un segundo bebé). Ha conseguido consejos de políticos como Barak Obama y Bill Clinton, deportistas como David Beckham y Pelé y hasta una invitación de Carla Bruni. La modelo, cantante y exprimera dama de Francia anima al pequeño Charlie Fletcher a llamarla si pasa por París. “Puede que le tome la palabra”, declara Fletcher a The Sunday Times. “Tiene la cara tan dura como su padre”.
A sus 38 años, Tom Fletcher ha trabajado para tres primeros ministros británicos. Durante esa étapa se encontró con gente “extraordinaria”, pero no conserva nada tangible que se lo recuerde. La libreta de sabiduría para sus hijos le ayuda a fijar sus experiencias. Muy activo en las redes sociales, escribe el blog The naked diplomat, en inglés El diplomático desnudo, en el que mantiene que el diplomático actual solo necesita un smartphone, poca susceptibilidad y una mente abierta.
Su recopilación sirve como ventana a la personalidad de los más poderosos. George W. Bush quiso meditar su contribución y pidió llevarse el cuaderno a la casa Blanca. Lo devolvió con una carta, agradeciéndole el buen rato que pasó leyendo las dedicatorias y un consejo inesperadamente profundo y con poso atormentado: “No sacrifiques tu alma por el reconocimiento público”.
Según Fletcher, Bill Clinton posee la caligrafía más cuidada y fue el más aplicado, ya que compuso un borrador antes de pasar al cuaderno. Su máxima descubre a un político curioso y expansivo: “Aprende todo lo que puedas. Conoce a todo tipo de personas. No temas soñar a lo grande. No olvides disfrutar de cada día. Sé generoso y agradecido con tu familia y amigos”.
El mensaje de Obama es corto pero rotundo: “Sueña a lo grande y no temas esforzarte por ello”. Cuando Fletcher explicó su proyecto al actual presidente estadounidense, este bromeó apuntando que el niño crecerá para ser muy inteligente o muy rico, dependiendo si decide leer el cuaderno o venderlo. El embajador asegura que no dejará que Charlie negocie con él. Tiene previsto publicarlo, pero entregará los beneficios a una organización solidaria de ayuda a la infancia.
El mayor arrepentimiento de Fletcher es no haber invitado a participar a Nelson Mandela. A pesar de haberse reunido con él en varias ocasiones, le dio reparo al notar el estado físico progresivamente delicado del líder sudafricano. La colección cobra popularidad entre las altas esferas pero solo una vez ha tenido que impedir a alguien que tomara parte. Fletcher evita dar su nombre, pero durante un encuentro del G8 tuvo que recuperar la libreta de las manos de un mandatario al considerar que no sería el asesor más recomendable para su hijo.
Fletcher asegura que todos los participantes le animan a priorizar su vida familiar, pero quizás sea Bruni, casada con el antiguo presidente francés Nicolas Sarkozy y madre de dos hijos, la que más sensible se muestra con sus preocupaciones paternas: “No te inquietes si no ves a tu padre todos los días”, escribe a Charlie. “Un papá con trabajo es un papá feliz”.
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