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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ante los ‘papeles’ de Bárcenas

Durante 27 años viví bajo la dictadura franquista. Soñaba con la libertad, soñaba con la democracia. Cuando la recuperamos dejé de soñar en ser francés, que era la república democrática más cercana, para sentirme, por primera vez en mi vida, ciudadano.

Hoy nuestra recuperada democracia se ve lastrada por la crisis —se cercenan derechos laborales, de salud, educativos, informativos...— y la corrupción se extiende por todas las instituciones. Regresan a mí los sueños, ampliados, de juventud (ser francés, inglés, alemán, luxemburgués...). Pero, ya lo dijo Calderón de la Barca: “los sueños, sueños son”. Prohibido soñar. Aceptado modificar la realidad. El esfuerzo ciudadano lo hará posible.

No dudo de la legitimidad ni de la honorabilidad del presidente del Gobierno, pero sí de su credibilidad. La cacareada Marca España se potencia con explicaciones veraces en el Parlamento y no en el atril “plasmódico” de la sede de su partido. Su portavoz parlamentario, para evitar su comparecencia, se muestra encorajinado con el resto de las fuerzas políticas atacándolas con grosera munición de todo tipo de calibre.

No se equivoque, la ciudadanía de este país —incluida una gran parte de sus militantes— reclama la urgente comparecencia, en sede parlamentaria, del presidente para dar explicaciones veraces y asumir (o hacer asumir) en su caso las responsabilidades políticas. Es nuestro derecho. Es el deber del presidente.— Emilio Cubera Pereira. Santiago de Compostela, A Coruña.

No cabe la menor duda de que el diario EL PAÍS tenía toda la razón del mundo cuando publicó, en primicia, los papeles de Bárcenas aunque estos fuesen, inicialmente, unas simples fotocopias.

Ahora, al parecer, resulta que todo el mundo sabía que aquellos no eran papel mojado, sino originales. Desconocemos si están escritos sobre papel cuché, cebolla o higiénico pero, sobre el papel, bien pudieran haberlo sido en papel carbón (una copia para el partido y tres para él), que si alteramos torticeramente el orden de alguna consonante de esta palabra, nos saldría otra bien distinta, soez y vulgar, eso sí, por la que también se conoce al supuesto autor que no es otro que el extesorero del Partido Popular.

Al principio, este hizo el papel que le correspondía, despistando a propios —los de su partido— y a extraños (incluidos los de su propio partido). Es cierto que, más de una vez, este buen señor ha perdido totalmente los papeles cuando, por ejemplo, realizó con maestría alguna que otra peineta al respetable.

Pero finalmente fue víctima de sus propias mentiras y contradicciones y el juez, harto, lo ha empapelado metiéndolo en el trullo, a ver si refresca un poco la memoria y pone, de una vez por todas, los auténticos papeles encima de la mesa, ¡Caiga quien caiga!, como ha manifestado en su día algún miembro o miembra del Partido Popular.— Emilio Rodríguez Miranda. Bueu, Pontevedra.

Para quienes somos aficionados a la historia, la situación actual nos causa la impresión de un amargo déjà vu. Un desprestigio creciente embadurna todas las instituciones señeras: Monarquía, Iglesia, banca, partidos políticos... Mientras tanto, unos líderes igualmente desprestigiados se alternan, a la manera del decimonónico turno rotatorio entre conservadores y liberales, con Cánovas y Sagasta a la cabeza, ante la indiferencia en unos casos y la indignación en otros del pueblo otrora soberano.

Una certeza de fin de ciclo se extiende de forma imparable por entre la ciudadanía. Confiemos en que la puerta de salida no conduzca al páramo populista, sino a un horizonte ilusionante en el que los conflictos se diriman mediante una democracia realmente participativa y representativa, aventado de una vez por todas este trampantojo que solo a los adictos y a los ilusos logra engañar.— Juan Fernández Sánchez. Madrid.

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