¡Ciao, ‘caro’ Manuel!
No tengo costumbre de hacer panegíricos de amigos y conocidos que nos dejan. Pero, en el caso de Manuel Fernández-Cuesta voy hacer una excepción. Su gran calidad humana así me lo pide. Tengo delante las necrológicas que han publicado sobre él varios periódicos, todas ellas iluminadas por fotografías con la amplia sonrisa que le cruzaba toda la cara y le achinaba los ojos. Lo conocí pocos años. Los que van desde el primer libro que me publicó en su querida editorial Península en 2011, hasta el tercero que ha salido este año. Aunque breve nuestra amistad, sintonizamos muy bien. Acudía a todas las presentaciones de los libros. Era una persona entrañable, cercana, muy cercana, con una gran categoría intelectual. Tenía, eso sí, un punto enigmático que escondía un pequeño deje de tristeza (quizá porque sus circunstancias familiares no eran halagüeñas). Me llamó dos días antes de morir, para comunicarme personalmente que dejaba la editorial. Hoy releía sus emails. Apasionados y cariñosos, en donde no podía faltar el “caro Paulino”. Yo también te digo: ¡ciao caro Manuel!— Paulino Castells.
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