Mi padre
Pues aquí estoy, con mi padre, ese que me dio la buena vida que llevo. Estamos en la habitación del hospital, está oscuro y hace frío y calor a la vez. Nos estamos despidiendo, bueno, en realidad yo me despido de él porque ya lo han sedado. Esta noche es para los dos. Es la primera que yo recuerde que estamos solos, y me parece que también será la última. No puedo evitar pensar en lo mucho que le echaré de menos, en sus abrazos, sus besos, su olor, su risa, en todo. En lo mucho que me ha querido aquí y me seguirá queriendo donde no puedo seguirlo. En lo incondicional de su amor, a pesar de las trastadas. Siempre estaba ahí. Estoy dormitando a su lado en la butaca y sueño con que se despierta sin hacer ruido ni decir nada, me zarandea y me da un abrazo, el abrazo. Noto cómo va perdiendo fuerza y no puedo darle de la mía. Al final, en un último acto de bondad, decide despedirse por la mañana para que no esté solo.
El mejor padre que podía haber tenido. Te quiero.— David Córcoles Martínez.
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