El ‘efecto Griñán’
La retirada anunciada del presidente andaluz tiene consecuencias sobre la sucesión en el PSOE
El anuncio de que José Antonio Griñán se abstendrá de concurrir a la reelección como presidente de la Junta de Andalucía sorprende menos que la precipitación del proceso de sucesión en ese cargo, cuando le quedan todavía casi tres años de mandato. Alfredo Pérez Rubalcaba entiende que la iniciativa de Griñán no afecta al calendario ni a los planes de la dirección federal del PSOE, y formalmente es verdad. Sin embargo, la decisión tiene consecuencias más allá de Andalucía y coloca el peso de la autoridad moral y orgánica de Griñán al lado de los que claman por una renovación rápida del PSOE; en otras palabras, de los que pugnan por abrir el proceso de sucesión.
Probablemente es cierto que la primera clave de la iniciativa del presidente andaluz ha de buscarse en su comunidad. Ante eventuales problemas con los socios de Izquierda Unida, quiere tener lista una candidatura de relevo, que le permita anticipar las elecciones o recomponer la coalición en caso de que le interese políticamente. Tampoco cabe descartar cierto cansancio por la contrariedad o las implicaciones que supone la gestión de gobierno bajo el efecto de la investigación judicial sobre los ERE, que dura ya casi tres años y sin perspectivas de término.
Pero esta relativa debilidad política se suma a otras peores en el PSOE, castigado no solo por las derrotas de 2011, sino por las encuestas posteriores, que cuestionan ese carácter de máquina electoral y militante que le hizo fuerte en otros tiempos. El gesto de Griñán estimula el movimiento de cargos medios y bases socialistas a favor de un cambio que les devuelva la confianza perdida. Y lo hace con avales nada desdeñables: encabeza la organización más importante del Partido Socialista, que representa alrededor de la cuarta parte de la militancia y la única que lleva más de 30 años ininterrumpidos en el poder. Él mismo es presidente federal del PSOE y no hay indicios de que vaya a dejarlo.
Editoriales anteriores
Griñán no le está pidiendo a Rubalcaba que precipite un proceso generalizado de elecciones internas. Es más: en fecha reciente, el mandatario andaluz se mostró partidario de celebrar las primarias para candidato a presidente del Gobierno lo más cerca posible de la convocatoria de elecciones generales, y mantiene ese criterio. Formalmente, Griñán tampoco es obstáculo para que Rubalcaba maneje los tiempos políticos como crea conveniente, pero su discurso de ayer sobre la “savia nueva” representa un apoyo inequívoco a los defensores de la renovación generacional como palanca para sacar al PSOE de la posición de secundario de la política española, dando la batalla al PP y a IU a la vez.
Hay más tacticismo en todo esto que definición de propuestas a la sociedad. En cualquier caso, la dirección del PSOE tiene motivos sobrados para reflexionar sobre las consecuencias del mensaje político lanzado desde Andalucía.
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