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EL DEBUT

El niño estrella del movimiento gay

A medida que el movimiento gay gana tracción en EEUU, cada vez más héroes adolescentes de la causa se enfrentan al 'establishment'

Tom C. Avendaño
Marcel Neergaard, en una foto enviada por su madre, Misty Neergaard.
Marcel Neergaard, en una foto enviada por su madre, Misty Neergaard.

¿A qué debe su fama?

Marcel Neergaard estudia en casa y le preocupa lo que pasa en el colegio. Lo primero es una consecuencia de su reconocida homosexualidad, que a sus once años le había costado más de un disgusto con los abusones de su clase en Tennessee, empezando con comentarios homófobos que él aceptó como bromas y terminando con los mochilazos que le propinaban antes y después de cada lección. Lo segundo fue lo que lo ha convertido en celebridad del mes en Estados Unidos: este chaval de elocuencia casi escalofriante se enfrentó, como corresponde a los desdichados en la mitología estadounidense, a un Goliat infinitamente más poderoso que él, el legislador John Ragan, que pretendía introducir en la Cámara de Representantes estatal, en la que representa al distrito de Marcel, una ley que prohibiera hablar de la homosexualidad en los colegios y que obligara a los profesores a avisar a los padres de todo aquel que saliera del armario en pleno aula.

¿Cómo fue su victoria?

Marcel pactó la estrategia a adoptar en una serie de cumbres con sus padres y su hermano en una cafetería de la franquicia especializada en tortitas IHOP: atacarían por la escuadra, que era el premio a Reformador del Año que Ragan tenía previsto recibir de un comité educativo. Tesauro en mano, el chico redactó el uno de junio una petición online con la esperanza de reunir cien firmas. En una hora tenía mil. Al poco, 50.000. Entre medias, Marcel fue ganando batallas al estilo huno en Chersonesos: un periodista emocionado convenció a su editor en el Huffington Post de que publicara un vídeo protagonizado por el chico, que luego fue entrevistado en radios, periódicos y televisiones de todo el país. Cuatro días más tarde, el premio le fue retirado a Ragan y el país entero se proclamó en contra de su proyecto de ley.

 ¿Por qué sigue dando que hablar?

La fama de Marcel ha sobrevivido a su victoria y ha explotado esta semana, quizá porque este David es especialmente joven para andar arengando a las masas contra Goliat (según el movimiento gay gana tracción en EEUU, el fin de curso da cada vez más héroes adolescentes de la causa, que tienden a enfrentarse al establishment en ese ensayo de la sexualidad que es el baile de graduación, pero todos van entre los 15 y los 18), quizá porque tiene el carisma de un futuro icono ante las cámaras. Y quizá todo esto se deba a esa decisión que se tomó en una de las cumbres de las tortitas, cuando Marcel Neergaard convenció, astuto, a sus padres de que la petición que lo lanzaría a la fama llevara su nombre, su foto y su historia.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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