Dos caras de la misma moneda
Sigue el goteo de reacciones ante el horror del atentado de Londres; la última hecha pública aquí el pasado martes. Pero el espanto de lo evidente no debiera hacernos ignorar el horror de lo menos evidente. La Oficina de Periodismo de Investigación (organización británica de periodistas independientes) calcula que entre 2004 y 2012 los dronesmataron en Pakistán a más de 2.500 personas, de las que al menos 474 eran civiles y 176 niños.
Porque frente al salvaje primitivismo de los machetes está la sofisticada técnica de los drones al servicio del asesinato “selectivo”; frente a la cercanía de las capitales europeas, la distancia de lugares remotos; frente al sensacionalismo del vídeo, la frialdad de quien aprieta el botón a miles de kilómetros del “objetivo”, y frente al delirante discurso de los asesinos, Occidente opone el cinismo de “los efectos colaterales” o de “los escudos humanos”.
Dos caras de la misma moneda que se retroalimentan en espiral. Lo peor de la condición humana, que deja poco lugar a la esperanza.— José Miguel Grandal López.
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