1.000 maneras de morir: guía de animales peligrosos
En la naturaleza existe una regla de oro no escrita: si un animal tiene colores llamativos, no lo toques ni te lo comas ni lo beses; probablemente será venenoso y no se convertirá en un príncipe. En biología, esta forma de avisar de que eres malo se conoce como aposemasis, y significa que ese pulpo de colorines que parece sacado de un catálogo de Imaginarium te puede dejar tieso en menos de lo que tú tardas en decir: “¡¡¡Cefalópodo ca**ón!!!!”. También vale para las ranitas, las orugas y las mariposas, pero no para tu cuñada, aunque se ponga mucho colorete.
El mundo está lleno de criaturas terribles: arañas, jefes, serpientes, medusas, tiburones, cocodrilos, pirañas, mosquitos, leones, tigres, lobas (cougars), banqueros…
La viuda negra, nombre de diversas especies de arañas del género latrodectus reconocibles por el color negro y la marca roja en forma de reloj de arena que lucen sobre el abdomen, tiene mala reputación: la hembra se come al macho tras aparearse, y su veneno, neurotóxico, es 15 veces más potente que el de la víbora de cascabel, aunque rara vez mortal (inocula una dosis muy pequeña).
En los humanos, los síntomas de su picadura son dolor abdominal, espasmos e hipertensión; también tiene un efecto secundario en los hombres: provoca largas (y dolorosas) erecciones. Se trata de una araña cosmopolita (en la Península Ibérica existe la variedad Latrodectus lilianae, y en México, la Latrodectus mactans o araña capulina). La viuda negra australiana (Latrodectus hasseltii), también conocida como Red Back Spider (araña de espalda roja) es la de peor fama. En su libro sobre Australia En las antípodas, el periodista Bill Bryson se refiere a ella como "la muerte de ocho patas", Quizás exagera un poco: solo se han registrado 14 decesos a causa de su picadura. Da mucho más miedo la araña de Sidney o de tela de embudo (Atrax robustus; en inglés Funnel Web Spider, un bicho urbanita, peludo y con malas pulgas que se encabrita y ataca cuando se ve amenazado.
De la (recomendable y muy divertida) lectura del libro de Bryson se deduce que en cualquier váter de Sidney acechan más criaturas letales que en la nave nodriza de Alien. “Australia tiene más cosas que pueden matarte que ningún otro lugar (...) Es un país en el que un gusano peludo puede dejarte seco con su venenoso pinchazo, donde los moluscos no solo pican sino que a veces te persiguen. Si recoges una inocua caracola de la playa de Queensland, como suelen hacer muchos incautos turistas, descubrirás que el animalito que hay dentro no es solo sorprendentemente veloz e irritable, sino muy venenoso. Si no te pican ni muerden mortalmente de forma inesperada, se te puede zampar un tiburón o un cocodrilo", escribe Bryson en uno de los primeros capítulos, para poco después aclarar: “Pero la gente es inmensamente simpática. La comida es excelente. La cerveza, fría. El sol brilla casi siempre. La vida no puede ser mejor que esto".
En Australia existen 14 especies diferentes de ofidios venenosos, entre ellos la temible serpiente taipán (Oxyuranus scutellatus), que compite de cerca con la mamba negra africana (Dendroaspis polylepis) por el título de bicha más mortífera del mundo mundial. Ambas son grandes (hasta 4,5 metros), rápidas y agresivas; en su web, National Geographic describe la mamba negra como "una criatura veloz, inquieta y letalmente venenosa que, cuando se siente amenazada, puede resultar muy agresiva. Se le ha achacado la pérdida de numerosas vidas humanas, y los mitos africanos exageran sus poderes hasta proporciones de leyenda".
Pero el villano más infame de las costas de Australia y el sureste asiático es el cocodrilo marino o cocodrilo poroso (Crocodylus porosus), el mayor reptil viviente, de hasta ocho metros y más de 2.000 kilos de peso.
Entre las travesuras que se le atribuyen está la matanza de la isla de Ramree (Birmania): el 9 de febrero de 1945, los cocodrilos devoraron a casi 1.000 soldados japoneses en una sola noche cuando atravesaban una zona de manglares para escapar de las tropas británicas. Porosus tampoco le hace ascos a las top models: el 29 de marzo de 1987, uno de estos monstruos se zampó a la modelo estadounidense Ginger Faye Meadows, de 24 años, cuando se bañaba en unas cascadas del noroeste de Australia durante un crucero. A su lado, el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) parece un angelito.
En los mares tropicales hay otros bichos que pueden hacer mucha pupa:
El inefable pez piedra (Synanceia horrida) te puede matar "entre atroces e inenarrables sufrimientos" si lo pisas (además es muy feo).
El insidioso pulpo de anillos azules (Hapalochlaena) es mono, pero segrega una tetrodotoxina paralizante y mortal.
La carabela portuguesa (Physalia physalis) es un hidrozoo (no confundir con las medusas) muy urticante capaz de recorrer grandes distancias impulsado por el viento.
Y luego están las medusas: de octubre a mayo, nadie se mete en el agua en las playas de Queensland, al noreste de Australia. Y no porque el agua esté fría, sino porque las avispas de mar o medusas cofre (Chironex fleckeri) se acercan a la costa para reproducirse.
El contacto con sus tentáculos puede matar a una persona entre terribles dolores, pero es peor que te acaricie su prima pequeña, de solo dos centímetros, Irukandji (Carukia barnesi), otra cubomedusa que presume de ser el animal más venenoso del planeta.
Si prefieres que te coman a que te bese una medusa, puedes elegir entre los nerviosos tiburones, las feroces barracudas o el pachorrón mero gigante (Epinephelus lanceolatus), "un monstruo de 400 kilos que de vez en cuando, por una mezcla de afán de experimentación y estupidez, le arranca un brazo o una pierna a un bañista, luego se acuerda de que no le gusta el sabor de la carne humana y lo escupe".
En las selvas de América hay mucho donde elegir: puedes acabar despachurrado por una anaconda (Eunectes murinus), devorado por un banco de pirañas (Pygocentrus nattereri), acalambrado por una anguila eléctrica (Electrophorus electricus) o envenenado por preciosas ranas dardo (Dendrobatidae).
También hay hormigas de fuego capaces de dejarte en los huesos sin ponerte a dieta, y un simpático pececillo, el candirú (Vandellia cirrhosa) que tiene la fea costumbre de meterse por la uretra. Se cuenta que también son capaces de remontar el chorrillo, como los salmones. Por si acaso, no hagáis pis en el río.
Algunas de las especies más peligrosas han sido avistadas en el Mediterráneo:
La mayor asesina es la hembra anopheles: parece una mosquita muerta, pero todos los años mata de malaria a más de tres millones de personas.
Y tú, ¿eres un viajero (o viajera) bizarro (valiente, esforzado; no raro), o un tiquismiquis a quien le dan miedo los bichitos?
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