La economía y el bien común
Autor invitado: Laura Alcubilla
La economía del bien común nos recuerda que toda actividad económica debe servir al bien común, y busca resolver la contradicción ética entre los valores de los mercados capitalistas y los principios constitucionales de los países democráticos, que consideran la economía como un instrumento al servicio del bien común. De hecho no se trata de crear nada nuevo, sino de poner en concordancia la economía con los valores que promulga la democracia. Esta nueva visión económica se basa en los mismos principios que fundamentan nuestras relaciones humanas, como la confianza y la cooperación, en vez del afán de lucro y la competencia.
La economía del bien común nació hace tan sólo unos pocos años en Austria y Alemania. En el 2008 Christian Felber desarrolló sus fundamentos en el libro Nuevos valores para la economía, fundamentos que más tarde fueron pulidos por un grupo de empresarios. Una de las principales virtudes de este movimiento es precisamente su flexibilidad y su proximidad a la realidad empresarial. No se queda sólo en ideas imposibles de aplicar. La economía del bien común pretende hacer cambios reales con efectos prácticos para la sociedad y la ciudadanía.
Por ejemplo, se plantea la necesidad de evaluar a las empresas no sólo con indicadores económicos sino en función también de su contribución a la sociedad. Desde esta perspectiva el beneficio financiero empresarial no ha de ser un fin en sí mismo sino un medio. Hay que redefinir qué entendemos por "éxito económico". La economía no sirve si es autoreferente, si no toma en consideración la sociedad humana y la ecoesfera. Así que, ¿por qué no invertir en plusvalía social los excedentes de las empresas? ¿por qué no limitar las bonificaciones a los directivos y reducir las escalas salariales para evitar diferencias abusivas entre el sueldo más bajo y el más alto? Si hay un salario mínimo, ¿por qué no un salario máximo?
Y de la misma manera que se intentan evitar prácticas abusivas por parte del sector privado, se plantea la necesidad de incentivar y proteger a las empresas que más contribuyan al bien común con ventajas legales como tasas reducidas de impuestos, aranceles ventajosos o facilidad de acceso a crédito. Hay que revertir la tendencia actual, que hace que cuanto más ética es una empresa, más caros son sus productos.
Para conseguir los cambios es importante la interacción de varios actores:
- Los gobiernos, tanto locales como estatales, a quienes se pide que apoyen la iniciativa, que la promuevan públicamente y, sobre todo, que la fomenten con normativa legal.
- Los ciudadanos, en calidad de consumidores, tienen un gran poder para propiciar cambios en las empresas. Otra de las ideas de la economía del bien común es crear un etiquetaje en los productos que informe al consumidor sobre la valoración (ética, social, ecológica) de la empresa productora.
- Los empresarios. Se les pide que tomen conciencia de la necesidad de ir promoviendo cambios que los acerquen más a lo que la sociedad está demandando.
- Los gobiernos, tanto locales como estatales, a quienes se pide que apoyen la iniciativa, que la promuevan públicamente y, sobre todo, que la fomenten con normativa legal.
- Los ciudadanos, en calidad de consumidores, tienen un gran poder para propiciar cambios en las empresas. Otra de las ideas de la economía del bien común es crear un etiquetaje en los productos que informe al consumidor sobre la valoración (ética, social, ecológica) de la empresa productora.
- Los empresarios. Se les pide que tomen conciencia de la necesidad de ir promoviendo cambios que los acerquen más a lo que la sociedad está demandando.
En la página web de economía del bien común encontrarás información de todas las redes regionales y locales que existen en tu comunidad.
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