El síndrome de las universidades falsas
Por Chido Onumah
En julio de 2012, poco después del terrible accidente de un avión de Dana Air en el que murieron más de cien nigerianos, escribí un artículo titulado Nigeria, el asesinato como institución. La idea central del artículo era que el gobierno debía asumir la mayor responsabilidad del accidente. ¿Por qué? Porque el nuestro es un país en el que “todo vale”.
Hay leyes, pero se incumplen impunemente y nadie es castigado. Esto es lo que realmente nos separa del resto de países que conocemos como desarrollados. Ya que la diferencia entre un estado próspero y estable y otro a punto de convertirse en un estado fallido radica precisamente en la falta de respeto que los ciudadanos demuestran hacia las leyes y en la incapacidad de un gobierno para defender el cumplimiento de las mismas.
Mientras preparaba el mencionado artículo, cayó en mis manos una circular de la Comisión Nacional de Universidades (NUC por sus siglas en inglés) que incluía un listado con el nombre de las cuarenta y cuatro universidades “falsas” del país. El contenido de aquella nota no era otra cosa que una advertencia para padres, alumnos y público en general. Resulta difícil saber cuántos de los afectados la vieron y se beneficiaron del aviso de la Comisión. Pero por lo que parece, no muchos.
La semana pasada, casi un año después de la publicación de su boletín, visité la página web de la NUC y descubrí que, contándolas, eran ya cuarenta y nueve las universidades “falsas”. Han podido ocurrir dos cosas: o bien que el negocio esté prosperando para este tipo de universidades en vista de las gloriosas cualificaciones obtenidas por los estudiantes de este país; o bien que los que supuestamente deben controlar estas instituciones ilegales no estén haciendo lo que tienen que hacer.
La Comisión de Universidades ha dado hace unos días una nueva señal de alarma y eso sugiere que este asunto se está convirtiendo en una amenaza. La información más reciente que hemos conocido sobre universidades “falsas” y “fábricas de títulos” nos ha llegado a través de una declaración pública firmada por el profesor Julius Okojie, secretario de dirección de la Comisión Nacional de Universidades.
“La Comisión Nacional de Universidades desea anunciar al público en general y en especial a padres y a futuros estudiantes universitarios que las “fábricas de títulos” abajo mencionadas no han sido autorizadas por el Gobierno Federal y por consiguiente, han sido clausuradas por no respetar los principios educativos (normas mínimas nacionales, etc.) Act CAP E3 de la Ley de la Federación de Nigeria de 2004”, afirmó el profesor Okojie.
El listado de universidades “falsas” incluye nombres tan disparatados como Universidad norteamericana de cristianos de la caridad de ciencia y tecnología en Nkpor, estado de Anambra; Universidad de la Industria, en Yaba, Lagos; Universidad Blacksmith, en Awka; Universidad Unesco, en Ndoni, estado de Rivers; Universidad Internacional, Misuri, Estados Unidos, con centros educativos en Kano y Lagos; Universidad Pilgrims, establecida en cualquier punto de Nigeria; Universidad del Reino de Jesucristo, en Abuja; Universidad Acada, en Akinlalu, estado de Oyo; Universidad Fifom, en Mbaise, estado de Imo; Universidad Intercontinental Atlántica, en Okija, estado de Anambra; Universidad Olímpica, en Nsukka, estado de Enugu y la Escuela profesional de medicina complementaria y alternativa, en Abuja.
Según la Comisión Nacional de Universidades, “además de las universidades ya clausuradas, actualmente también se están llevando a cabo nuevas investigaciones y procesos judiciales en otras 'fábricas de títulos”. El objetivo de estas actuaciones es demandar a los propietarios y recuperar los gastos de matrícula y otras tasas cobrados de forma ilegal. Son las siguientes: Universidad Nacional de Nigeria, en Keffi, estado de Nasarawa; Universidad Central del norte en Otukpo, estado de Benue; Universidad y Seminario del Cristo resucitado, en Enugu, estado de Enugu; Universidad abierta de Richmond, en Arochukwu, estado de Abia; Universidad de la costa occidental, en Umuahia, estado de Abia; Universidad San Clemente, en Iyin Ekiti, estado de Ekiti; Escuela profesional universitaria Volta, en Aba, estado de Abia; Campus satélite ilegales de la Universidad Ambrose Alli, en Ekpoma, estado de Edo”.
Por si fuera poco, el profesor Okojie además dijo: “A fin de evitar dudas, cualquiera que estudie u obtenga un título en alguna de estas instituciones ilegales está actuando bajo su propia responsabilidad. Los títulos obtenidos en estos centros no serán reconocidos a efectos del Plan de servicio nacional de la juventud (NYSC por sus siglas en inglés), de empleo y estudios adicionales. Asimismo, las autoridades competentes han sido también informadas por si fueran necesarias acciones complementarias. El listado de universidades ilegales no es definitivo”. ¡Menuda tranquilidad!
Es muy alentador saber que la Comisión de Universidades está abordando el problema de las universidades “falsas”. Pero hay algunas preguntas que merecen respuestas. Por ejemplo, ¿qué tipo de “investigaciones” está llevando a cabo la NUC? Las universidades no son guarderías. ¿Cómo empezaron estas “fábricas de títulos”? ¿Existe algún tipo de “maniobra” oscura detrás de las universidades “falsas”? ¿Qué normas o requisitos autorizan su apertura? ¿Autorizó la NUC las universidades que ahora está investigando?
La NUC tiene un listado de universidades en Nigeria que disponen de autorización legal. Por tanto, cualquier institución que quiera ser un centro universitario y no esté en ese listado debería ser inmediatamente cerrada y sus propietarios procesados. Esta es la única forma de terminar con esta estafa. En este sentido, ¿cuenta la NUC con el apoyo del gobierno y de las autoridades competentes para procesar a los propietarios de estas universidades ilegales?
No es muy difícil averiguar la clase de apoyo que recibirá la NUC del gobierno después de haber nombrado al antiguo y desacreditado presidente de la Cámara de Representantes, Salisu Buhari, como miembro del Consejo de gobierno de la universidad federal. Para los que no lo recuerdan, el señor Buhari fue el primer presidente de la Cámara de Representantes cuando fue proclamada la Cuarta República en 1999. Consiguió ese puesto a pesar de que mintió cuando declaró su edad y su título. Aseguraba que era licenciado por la Universidad de Toronto, Canadá, algo que jamás había conseguido.
Cuando cedió ante la presión pública, Buhari presentó su carta de renuncia ante la Cámara de Representantes con lágrimas en los ojos, afirmando que su afán por servir a su país le había llevado a actuar de ese modo. Recibió entonces un estrepitoso aplauso de sus honorables compañeros que acordaron perdonarle. Al final, el entonces presidente y su mentor Olusegun Obasanjo también le concedió su perdón.
El otro día veía en la televisión al portavoz de la presidencia Reuben Abati intentando defender de forma lamentable el nombramiento de Buhari. “Lo que pasa con el perdón es que uno se convierte en un hombre nuevo. Más de 251 personas han sido nombradas miembros del Consejo de gobierno de la universidad federal. Por eso creo que de verdad no tenemos que preocuparnos demasiado por uno solo”, afirmó Abati.
Al enfrentarse al problema de las universidades “falsas” lo que el gobierno tal vez está intentando es lavar su propia imagen. Recientemente el Gobierno prohibió por medio de una de sus agencias, la Junta nacional de censura de películas y videos (NFVCB por sus siglas en inglés), la emisión y distribución del documental Fuelling poverty, una película de treinta minutos de duración, de Ishaya Bako, que trata el asunto de la corrupción en la industria petrolera del país, su impacto y la respuesta de los nigerianos ante la repugnante gestión de los residuos que se ha producido.
Tenemos muchas ganas de ver el resultado de la “investigación” de la Comisión Nacional de Universidades y esperamos que, después de todo, podamos saber que se imponen castigos reales a quienes no respetan los principios educativos (normas mínimas nacionales, etc.) Act CAP E3 de la Ley de la Federación de Nigeria de 2004.
Fotografía de apertura. Niños en una casa usada como local fuel station cerca del río Nun, en el Estado de Bayelsa. (Akintunde Akinleye/Courtesy Reuters). Vía Africa in Transition.
Traducción de Virginia Solans
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.