De sobrevivir al tsunami a calmar otras aguas
Cuando Petra Nemcova vio 'Lo imposible' junto a Naomi Watts, lloró: "Era mi playa, mi hotel, mi historia al 90%" La modelo checa ha sido escogida por la firma Pronovias como embajadora. La firma nupcial afronta hoy el trauma de su propia catástrofe: reinventarse tras el suicidio del director creativo, Manuel Mota Sobre Sean Penn: "A las chicas nos gustan los chicos malos"
Durante más de ocho horas permaneció agarrada a una palmera. Fue tan grande su fortaleza física y mental que logró que las aguas del tsunami de 2004 en Tailandia la impulsaran hacia arriba y se salvara de morir ahogada. No corrió el mismo destino su novio. Desde ese día, Petra Nemcova exprime la vida. Ahora son otros los que se agarran a ella. Modelo de fama internacional, este año es embajadora de Pronovias, la firma nupcial que vive también su particular tsunami tras el suicidio en enero de su diseñador, Manuel Mota.
Nemcova fue una de las estrellas del desfile y de la posterior fiesta organizada por la firma ayer en Barcelona. “Yo no me visto de novia”, aclaró. Está soltera, aunque sus conquistas son sonadas. La actual, más que ninguna: Sean Penn. El actor fue su novio hace años y ambos han retomado su relación. A los dos les une la filantropía. “Es un trabajo que ocupa el 70% de mi tiempo”, confiesa, no a modo de queja, sino de logro. “La tragedia que sufrí no me hizo cambiar de forma de ser, sigo siendo la misma, pero ahora pienso más en el presente que en el futuro. Lo que hizo fue acelerar mis planes de ayudar a los más desfavorecidos”.
Tras pasar muchos meses convaleciente, en los que temió quedarse en una silla de ruedas, Nemcova creó la Fundación Corazones Felices (HHF), una organización que se ocupa de ayudar a niños sin hogar a los que dan educación y ayudan a encontrar empleo. “Tenemos a nuestro cargo en estos momentos más de 40.000”. Además colabora con todas las fundaciones que llaman a su puerta, como la del sida que promueve Elton John, otro de sus grandes amigos. Con Sean Penn trabaja en Haití, cuyo Gobierno la nombró embajadora.
A las chicas nos gustan los chicos malos
Admite que algunos famosos se involucran en tareas solidarias para mejorar su imagen no por convencimiento. “Sí, probablemente es así. Cada uno llega a estas causas por distintos motivos, pero lo importante es que al final alguien se beneficie de ello”.
La historia de Petra hasta el día de la tragedia es de película. Nacida en Karviná (República Checa) hace 33 años, se convirtió en modelo a los 16 tras ser descubierta en plena calle por una agencia. Poco después se codeaba en las pasarelas con Heidi Klum, protagonizaba en 2003 la portada de Sports Illustrated y Victoria’s Secret se fijaba en ella. Pero todo se paró en seco por el tsunami.
“Habíamos planeado salir del bungalow en dos horas”, recuerda. “De pronto escuché gritos, los cristales se rompieron y el cuarto se empezó a inundar. Fue la última vez que vi a mi novio. De pronto el bungalow me aprisionó. El poder del agua y de los escombros me apretaba la pelvis, que se fracturó en cuatro. Pensé que me aplastarían hasta deshacerme. Mantenía la cabeza por encima del agua. El nivel disminuyó y la presión desapareció. Intenté levantarme para subirme al techo, pero entró otra ola que me tiró y empecé a ahogarme. Sabía que tenía que sujetarme a algo. Vi una palmera, pero pasé de largo porque la corriente era muy fuerte y me arrastraba. Logré agarrarme, por fin, a otra que seguía pegada a la tierra por las raíces. Me mantuve alerta casi todo el tiempo, pero un par de veces me desmayé del dolor. Estuve ocho horas abrazada a la palmera, con una rama debajo de los pies”.
Habla de ello, pero no muestra dolor, aunque permanece ahí. Sí confiesa que cuando vio Lo imposible junto a Naomi Watts lloró. “Era mi playa, mi hotel, mi historia al 90%”.
Ahora dice que vive su mejor momento profesional. Acaba de terminar un corto con el polifacético James Franco, ha sido portada en varias revistas internacionales, una de las protagonistas del calendario Pirelli de 2013 y está a punto de estrenar su propia marca con sede en Nueva York. Además, Pronovias la ha elegido como su embajadora en este año de cambios.
Está soltera, aunque sus conquistas son sonadas. La actual, más que ninguna: Sean Penn
En enero, Manuel Mota, el diseñador de la firma, se quitaba la vida y dejaba escritas tres cartas en las que culpaba a su jefe y dueño de Pronovias, Alberto Palatchi, de haber provocado una situación profesional de tal exigencia que no pudo soportar. Ocho semanas después de su muerte, Palatchi, que siempre busca el anonimato, se vio obligado a comparecer ante los medios de comunicación para defenderse, porque consideró que había sido objeto de “gravísimas calumnias y falsedades”. “Desconozco el contenido de las cartas”, señaló. “Mis relaciones con Manuel durante 23 años fueron ejemplares. Jamás se quejó ante mí”. Y añadió: “No entendí ni entenderé nunca lo que hizo, porque no hay explicación”.
La colección que ayer presentó Pronovias es la primera sin Mota. Ahora la firma ha optado por tener un equipo de diseñadores y ningún nombre. También esta semana se ha anunciado un cambio en la dirección general. Son nuevos tiempos para una empresa líder en el sector que trabaja en más de 90 países a lo largo de 185 tiendas y más de 4.000 puntos de venta con un beneficio antes de impuestos de 44,1 millones.
Pronovias se apoya en Nemcova para salvarse de su tsunami. Pero también llamó a otras famosas para llenar de glamour el desfile, como Stacy Keibler, la novia de turno con la que George Clooney se pasea desde hace dos años por las alfombras rojas; Francesa Eastwood, hija del actor y director de cine Clint Eastwood; Rainey Qualley, hija de la actriz Andie MacDowell, y dos mujeres con situaciones opuestas: la abogada Lourdes Montes, que acaba de anunciar su boda con Francisco Rivera Ordóñez —y, por tanto, busca traje nupcial—, y la modelo Raquel Jiménez, hasta hace unos días pareja de David Bisbal.
Petra Nemcova no tiene planes de boda, pero asegura que casarse está en su mente. Aunque no da nombres. Antes de concluir la conversación, la periodista pregunta: “¿Qué tiene Sean Penn que nos gusta tanto a las mujeres?”. Sonríe, se ruboriza, piensa la respuesta unos segundos y resuelve: “A las chicas nos gustan los chicos malos”.
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