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LA MUJER MÁS PODEROSA DEL AUTOMÓVIL

La exniñera que maneja el volante de Volkswagen

Dicen que de la sonrisa de Ursula Piëch depende la suerte de un prototipo Esta es la historia de cómo la institutriz de los hijos del patriarca del automóvil se convirtió en su esposa Y, poco a poco, en la mujer más poderosa del mundo del motor

Ursula y Ferdinand Piëch, en una reunión anual del grupo VW en 2012.
Ursula y Ferdinand Piëch, en una reunión anual del grupo VW en 2012.CHRISTIAN CHARISIUS (AFP)

Ursula Piëch tiene 56 años, es dueña de una sonrisa contagiosa y alegre y, según cuentan las personas que pertenecen a su círculo íntimo, tiene el poder de vetar los nuevos modelos que produce Volkswagen o Audi. Uschi, como le llama su esposo, el patriarca de VW, Ferdinand Piëch, también adora los coches exclusivos, una debilidad que se puede comprobar en su garaje privado, donde hay un Ferrari 353, un Bentley GTC, un Bugatti Veyron, un Audi R8... 12 joyas de cuatro ruedas que lucen placas con las iniciales UP-1 hasta UP-12.

En Wolfsburg y Braunschweig nadie se asombra cuando recibe un nuevo modelo de Audi que aún no está a la venta. Su veredicto final es determinante para que el prototipo ingrese a la cadena de montaje. Pero Ursula Piëch estremeció al exquisito mundo de la industria automovilística alemana cuando su esposo la propuso, en abril de 2012, para ocupar un sillón en el consejo de vigilancia de VW. El periódico conservador Die Welt se preguntó: “¿Está la señora Piëch capacitada para el cargo? ¿Será capaz una mujer que fue presentada a la junta de accionistas como una institutriz de adoptar las decisiones necesarias para un consorcio que da trabajo a 500.000 personas y que está en camino de convertirse en el líder de la industria automovilística mundial?”. Respuesta del propio Ferdinand Piëch: “Mi mujer hará el trabajo mucho mejor que yo”.

El sector volverá a conmocionarse cuando, en mayo próximo, la esposa de Ferdinand Piëch entre en el exclusivo gremio de control de Audi. “Ursula Piëch representa, con su peritaje y experiencia empresarial de décadas en la industria automovilística, un enriquecimiento en el consejo de vigilancia de Audi”, admite el consejero delegado, Rupert Stadler.

No es todo. En un futuro no muy lejano se convertirá en la mujer más poderosa del mundo automovilístico, cuando se haga realidad el último deseo de su esposo, anunciado en 2010. Ese año, Ferdinand Piëch dio a conocer que su multimillonaria herencia industrial quedaría en manos de su esposa, Ursula. El patriarca posee el 7% de las acciones de Porsche y el 10% del holding Porsche, que a la vez es el accionista mayoritario de Porsche y VW. Para evitar que sus 12 hijos dilapiden la fortuna acumulada a lo largo de su vida y puedan poner en riesgo el futuro del grupo, Piëch creó dos fundaciones austriacas —Ferdinand Karl Alpha y Ferdinand Karl Beta—, que administrarán una fortuna calculada en unos 5.000 millones de euros y el paquete de acciones, dos poderosas fortalezas para asegurar el imperio. El control de ambas fundaciones quedará en manos de Ursula, siempre y cuando ella no vuelva a casarse.

Es muy hábil para valorar nuevos coches, en otra óptica que la de los ingenieros

Un poder extraordinario para una mujer que inició su carrera en las vacaciones de Navidad de 1982 como una amante secreta que había llegado de Austria. La actual señora Piëch nació y creció como Ursula Plasser, hija de un funcionario de aduanas en Braunau, un pueblo tristemente famoso por ser también el lugar de nacimiento de Hitler.

A los 25 años, cuando era la directora de una guardería, la joven, con ganas de conocer el mundo, aceptó un trabajo como gobernanta en el hogar de Ferdinand Piëch, en aquella época padre de nueve hijos y miembro de la junta ejecutiva de Audi. Para obtener el trabajo, había asegurado ser independiente y capaz de desplazarse en situaciones extremas.

Ferdinand Piëch, por cuyas venas circula gasolina en lugar de sangre, quería conocer las habilidades de la nueva institutriz al frente del volante de un todoterreno. “El coche era un Volkswagen Iltis, un vehículo difícil de conducir. En una pendiente de 17 grados la obligué a detenerse y volver a arrancar”, recuerda Piëch en su biografía. “Dos veces ahogó el motor, y yo sonreí, pero tuve un extraño presentimiento”. Ursula recuerda la prueba de otra forma. “Él sonreía y yo me dije: ‘¡Qué tío más estúpido!”.

El “extraño presentimiento” de Piëch se transformó en poco tiempo en pasión, y la jovial Ursula terminó convirtiéndose, en septiembre de 1984, en la esposa del adusto ingeniero austriaco, nieto del legendario Ferdinand Porsche. “¿Cómo te puedes casar con mi padre cuando eres una persona tan humana y alegre?”, le dijo una de sus hijastras.

En los últimos 29 años, Úrsula Piëch no ha perdido su buen humor. En cambio, la exniñera se transformó en la confidente y consejera del hombre más poderoso de la industria del automóvil alemana y desarrolló un raro instinto para mediar en las tormentosas relaciones que ha mantenido su esposo con la familia Porsche.

Cuando Ferdinand Piëch se convirtió en el poderoso jefe de Volkswagen, en 1993, Ursula dejó de ser la esposa discreta y empezó a sobresalir en el mundo de los motores. La planta ejecutiva de VW conoció de cerca sus habilidades y también el alto nivel de influencia que ella ejercía sobre su esposo. Más importante aún, descubrieron en ella una rara habilidad para apreciar y valorar los nuevos modelos, pero desde una óptica diferente de la que tienen los ingenieros.

Los elogios se hicieron públicos cuando Ursula fue elegida en el gremio de control de VW en abril del año pasado. “Es una mujer competente y que piensa como empresaria”, admitió Martin Winterkorn, actual presidente de VW. “La señora Piëch es una empresaria con un alto nivel de competencia social”, añadió Bernd Osterloh, el presidente del comité de empresa de VW.

“La señora reconoce a los adulones a primera vista, pero también tiene una enorme autoridad, que ejerce sin que nadie se sienta maltratado”, admitió un ejecutivo de Audi a EL PAÍS. “Cuando una persona como ella ejerce su autoridad con el mínimo de gestos y palabras, significa que tiene mucho poder, pero también es conciliadora e integradora”, añadió.

Ursula Piëch también posee otra cualidad que solo conoce su esposo. El patriarca, que admitió en su biografía que sufrió de legastenia (dificultad para la lectura y escritura) cuando era niño, le pide a su esposa que le lea textos largos. Ella lo hace con placer, pero también se permite seleccionar lo que es importante. Una capacidad que le ayudó a convertirse en la matriarca de VW.

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