De vergüenza
Si a un expolítico de alto nivel le contrata una empresa con un sueldo desorbitado, que ni es por su formación ni experiencia en el ramo, no hay que ser un lince para comprenderlo. Que sus méritos residen en su agenda de teléfonos es obvio; y legítimo que el buen hombre, o señora, se gane el pan como le venga en gana. El verdadero escándalo reside en que gran parte, si no todos, de sus contactos son políticos en activo cuya actividad legisladora es influenciada por los interes privados representados por el “ex”.
El resultado de este contubernio político financiero lo pueden consultar en sus facturas de telecomunicaciones, energéticas y en todas esas leyes, impuestos y normativas abusivas e injustas que nos desangran sistemáticamente mientras asombrados nos preguntamos cómo es posible que las personas que hemos elegido para nuestro Gobierno se ensañen con nosotros con semejante crueldad.— Pedro Manuel Ruiz Méndez.
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