El puente blando de Zaha Hadid

Softbridge, así lo han bautizado los estudiantes del college, pero el puente blando de Zaha Hadid ni será blando ni será (solo) puente. Uniendo dos de los edificios del departamento de estudios de Oriente Medio del St. Antony’s College de Oxford, el nuevo inmueble albergará una biblioteca y el mayor archivo documental europeo sobre esa especialidad.

En ese departamento, con ese programa de estudios y sobre un solar en realidad apenas existente –era poco más que un espacio entre edificios-, al grupo Investcorp (que ha donado los 11 millones de libras –casi 13 millones de euros- que costará el proyecto y dará, también, nombre al centro) una pieza escultural de Hadid le pareció el mejor edificio posible.

Puede que llevaran razón. Había poco espacio. Y en ese poco, no era cuestión de apretar un inmueble más. Así, el espacio para levantar un puente de tres pisos –capaz de reunir casi mil metros cuadrados de instalaciones- ha habido que robarlo al jardín y luego plegarlo para que la biblioteca y el archivo de estudios sobre Oriente Medio tengan unas instalaciones actualizadas y concentradas en un único lugar. Todos esos requerimientos hicieron más viable pensar en un volumen escultural (casi un platillo volante) que en una ampliación al uso. La escultura, eso sí, es un proyecto firmado por una de las arquitectas más reconocidas del mundo, que es, además, de origen iraquí.

Cuando el año que viene quede concluida, esta ampliación unirá dos edificios y se plegará para hacerle espacio a un pequeño auditorio para 125 personas.  Hace dos semanas se empezó a construir y todavía no se conoce el material que lo forrará, pero Hadid sí ha especificado que será un único material para darle al volumen mayor fuerza escultural. La apuesta es, queda claro, por la escultura. Sin embargo, como edificio, el volumen tendrá lucernarios y un gran ventanal en una de las fachadas. Así, además de ampliar y mejorar las instalaciones, el nuevo centro creará nuevas conexiones entre los edificios vecinos y anunciará, desde el jardín de Woodstock Road, la nueva importancia de unos estudios cada vez menos minoritarios.