Espejo de la ‘primavera árabe’
Túnez necesita Gobierno de concentración y nuevas elecciones
Túnez está a punto de sumirse en el caos de la violencia debido a la incapacidad del partido islamista en el poder Ennahda de asegurar un mínimo de estabilidad al país. El asesinato del dirigente de la oposición, Chokri Belaïd, ha enterrado las últimas esperanzas que se podían albergar respecto a una transición pacífica. (...)
El doble lenguaje de Ennahda, un partido pretendidamente moderado, la tolerancia respecto a los salafistas radicales, su incapacidad de compartir el poder y de construir un principio de consenso; todo ello está a punto de arruinar la revolución tunecina nacida en diciembre de 20120 en Sidi Bouzid y que se ha extendido por una buena parte del mundo árabe.
Túnez fue pionero. Lo que hoy sucede en este país es el espejo de las derivas de la primavera árabe. Como en Egipto, los islamistas eran los mejor organizados, así que ganaron las elecciones, lo que no era garantía de su capacidad para administrar un país enfrentado a dificultades políticas, económicas y sociales considerables.
En El Cairo, los Hermanos Musulmanes han tenido el mismo problema, pero han podido apoyarse en el Ejército, columna vertebral del Estado egipcio. En Túnez, el aparato de seguridad estaba demasiado comprometido. Los islamistas han puesto en pie sus propias “ligas de defensa de la revolución”. La violencia es abiertamente partidista y gangrena el debate político. ¿Puede la sociedad civil tunecina hacer valer su capacidad para salvar la revolución? Esto no puede pasar más que por la formación de un Gobierno de concentración nacional y de nuevas elecciones.
París, 8 de febrero de 2013
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