El hombre que susurraba a los quesos
A medida que me exponía detalles me daba cuenta de la complejidad del oficio, mezcla de técnica y artesanía. La figura del afinador, tan habitual en Francia, no es todavía frecuente en España. Y sin embargo, resulta trascendental para disfrutar de los quesos en su momento óptimo. Si la forma de los deportistas es un estado de gracia transitorio, con los quesos afinados sucede otro tanto. Mejoran con los días, alcanzan el cenit y luego se desdibujan.
"Los mimamos como si fueran niños pequeños. Los volteamos, los cepillamos y los lavamos cada semana o a diario. Los frotamos con aceite, con pimentón o con especias y cerveza, según corresponda. Y para comprobar su evolución los sondamos como a los jamones ibéricos. O los golpeamos con martillos para escuchar cómo suenan. La paja y la madera conservan la humedad en las estanterías Controlamos todo el proceso. Consumimos quesos de temporada.”.
Pombo vende sus quesos exclusivamente en su tienda Poncelet de la calle Argensola en Madrid y por supuesto en el Cheese Barhttp://www.ponceletcheesebar.es/, un bar de quesos que abrió sus puertas en 2011, que yo sepa único en Europa.
Antes de despedirme le pregunté por sus relaciones con los proveedores. “Nunca discutimos el precio a un artesano quesero, nunca. Sabemos que de su actividad viven familias enteras en medios rurales y en muchos casos en circunstancias difíciles. Aunque nuestra actividad es comercial no estaríamos satisfechos si no contribuyéramos a desarrollar la cultura del queso y pusiéramos nuestro granito de arena para la sostenibilidad del medio ambiente.En twiter:@JCCapel
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