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Se llevan los tipos corrientes

Una bailarina jubilada de 82 años, una activista de 18, una DJ y trabajadora humanitaria sudanesa, un poeta y una 'drag queen' triunfan como modelos

Uno de los modelos de Lanvin, en una foto de campaña.
Uno de los modelos de Lanvin, en una foto de campaña.

La moda es fantasía. O al menos eso es lo que la industria ha repetido para justificarse o zanjar discusiones. Pero las quimeras podrían estar desvaneciéndose. La actual fascinación del sector textil por lo real hace que lo inalcanzable se vea anticuado. Hoy la moda no pierde ojo a la calle, presume de producir tallas grandes y elige a modelos no profesionales para publicitar sus diseños. Este último es el caso de la casa francesa Lanvin, que colocó a un puñado de aficionados como protagonistas de su campaña para esta temporada invernal. La selección incluye entre otros a una bailarina jubilada de 82 años, una activista de 18, una DJ y trabajadora humanitaria sudanesa, un poeta y una drag queen. El director creativo de Lanvin Alber Elbaz describió la campaña, fotografiada por el venerado Steven Meisel, como “una manera de llevar la ropa a la calle. Parecía una familia de locos y eso me gusta.”

Dolce & Gabbana es otra de las grandes firmas en apuntarse a la corriente de los modelos sin experiencia. En sus dos últimos desfiles de moda masculina colocó sobre la pasarela a adolescentes recién salidos del colegio, pescadores, barberos, camareros o desempleados, todos sicilianos en un guiño a la tierra natal de los diseñadores. La seña de identidad de la marca francesa Kooples pasa por una publicidad basada en parejas reales (y fotogénicas) y las cadenas estadounidenses J Crew y American Apparel habitualmente persiguen el carisma de lo cotidiano.

Según un estudio del académico y director de agencia de modelos Ben Barry las mujeres muestran más interés en comprar prendas de ropa si son presentadas por maniquíes con un aspecto similar al suyo. Una idea que pone en duda el asumido valor comercial de modelos jóvenes, de raza blanca y talla minúscula. Con todo, el éxito de la gente normal tiene mucho que ver con la explosión de los blogs de estilo callejero como el reiteradamente citado The Sartorialist. Su autor, el estadounidense Scott Schuman, peina las ciudades de todo el mundo en busca transeúntes con estilo y profesionales de camino a los desfiles alcanzando unos 14 millones de páginas vistas mensuales. Tan grande es el interés del público que medios generalistas como el diario británico The Telegraph incluyen secciones para revelar los nombres y ocupaciones de las estrellas de los blogs del estilo callejero.

El carácter cíclico de la industria recuerda que este fenómeno no es nuevo. Jean Paul Gaultier, que presentó su primera colección en 1976, ha reclutado a figuras poco convencionales durante toda su trayectoria. Durante su estancia en Dior Homme Hedi Slimane tenía preferencia por los modelos no profesionales. En los primeros años de este milenio el diseñador invitaba a castings a aquellos jóvenes esbeltos que llamaban su atención durante sus incursiones noctámbulas en Berlín y Londres. Por aquella época los favoritos de el hoy director creativo de Saint Laurent eran los músicos de rock, a quienes convencía para posar con los estrechísimos trajes de Dior.

El auge de lo corriente se reviste de un aura democrática que promueve la diversificación estética. Sin embargo, al deshojar envoltorios aparecen otras posibles lecturas de la tendencia. La inclusión de modelos de a pie en la publicidad de moda puede verse como una manera económica de generar atención mediática. Es de cajón que un novato no cobra lo mismo que un solicitado profesional y es plausible que un elegante octogenario genere más expectación que Gisele Bündchen, la maniquí más rica de mundo. Algunos aficionados participantes campañas de gran repercusión han recibido un artículo de la firma como único pago por sus servicios.

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