Encontrarse la arquitectura en la basura
“No bien llegamos a este mundo, pedazos de nosotros empiezan a caerse”. Juanjo López de la Cruz (1974) empieza su libro Proyectos encontrados citando a Flaubert. Luego pasa a analizar con entrega, generosidad y enorme lucidez el intersticio que queda entre la asunción de la degradación como algo inevitable y la ocasión surgida de ella. Es decir, el momento actual.
“Todo está delante de nosotros”, anima López de la Cruz exponiendo la Cabeza de Toro de Picasso (un sillín atravesado por un manillar de bicicleta) como quien descubre sus cartas. El arquitecto sevillano del estudio Sol 89 llama a aprovechar el momento para recuperar oportunidades perdidas, para ocupar lugares insospechados, para reutilizar los retales de la arquitectura. Puede hacerlo. No habla de ideales sino de lo que él hace a diario.
La vida es un asunto de desgaste y destrucción, pero reciclar, que altera el significado de las cosas, cambia esa versión. “Descubrir no es sino comprender”, recuerda López interpretando a Paul Valéry “Cuando he comprendido una cosa acabo por creer que soy yo quien la ha descubierto”. Y algo así puede suceder con este libro, de formato leve, contenido profundo y en copyleft. El propio autor, además de situarse antes de comenzar, advierte que para él “la condición del proyecto de arquitectura como recipiente de pensamientos lo convierte en patrimonio de todos”.
Así, mezcla el libro la sostenibilidad más lógica: “Reutilizar nuestro mundo construido en vez de expandirlo sin límite” con la lógica más cálida y realista: la de la arquitectura que, como las personas, se rehace sin cesar.
El reciclaje arquitectónico que propone López de la Cruz es el del ready made: “como tantas otras veces, la arquitectura debió esperar a que el arte le abriese las puertas para entrar más tarde”. Por eso anima a educar para saber ver los vestigios a partir de los que será posible construir un nuevo mundo. Un nuevo mundo con el viejo: el mundo es siempre el mismo, cómo lo miramos provoca su transformación.
La ciudad como paleta. La reutilización de nuestros pedazos. La aceptación del azar frente al proyecto cerrado (y el tipo de arquitectura que eso genera) están en la médula de este libro que trata a todos, Matta-Clark, Flaubert, Calvino y hasta Castilla del Pino -con sus “tiradores de memoria”, una versión de la magdalena de Proust actualizada- como arquitectos de un mundo que podría hacer menos daño
La consideración de los residuos de la civilización como parte de la cultura abriría una emocionante vía de esperanza. Esperanzador es ya que alguien sea capaz de transmitir la emoción, y la belleza, de esa actitud.
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