Apenas un respiro

Tras cuatro meses de ascensos consecutivos, el descenso del paro registrado el pasado mes, en 59.094 personas, es el más pronunciado de los diciembres contenidos en la serie del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Esa caída ha sido motivada en parte por el ascenso de la actividad de los servicios durante la campaña navideña. Ese sector ha registrado el mes pasado una caída del paro de 49.438 personas. En la industria y en la construcción, por su parte, el deterioro persiste: el paro asciende en 2.794 personas y 4.325 personas, respectivamente.

El comportamiento del mercado de trabajo durante ese mes se contempla con mayor precisión al observar lo que ha hecho el empleo y, en particular, las afiliaciones a la Seguridad Social. Han sido 88.367 cotizantes los que se han perdido respecto a noviembre, con lo que acaba el año en 16.442.681 afiliados medios. Es verdad que en el descenso de afiliaciones en diciembre ha tenido un peso significativo la reducción en 63.440 personas, que eran cuidadores profesionales asociados a la ley de dependencia, que han dejado de cotizar en consecuencia con la baja de ese colectivo decidida por el Gobierno.

Con todo, el paro registrado ha cerrado el año con un aumento de 426.364 personas en el conjunto del año: un alza del 9,64%, hasta las 4.848.723 personas. El aumento del paro el pasado año ha sido la tercera mayor elevación de la serie y significativamente superior al registrado los dos años precedentes: en 2011 y 2010 el paro aumentó en 322.286 y 176.470 personas, respectivamente. Y la destrucción de empleo, medida por la baja de 787.000 cotizantes en 2012, es ampliamente superior a la suma de los afiliados perdidos en los dos años anteriores.

Más de cinco años después de iniciada la crisis, sería lógico que el ritmo de destrucción de empleo descendiera. En mayor medida tras la reacción tan intensa en los primeros años registrada en los sectores más intensivos en factor trabajo, el de la construcción residencial de forma destacada. Esa verificación no debe amparar, sin embargo, excesivas esperanzas sobre la capacidad de creación de empleo de la economía. La pulsación de la demanda y la confianza de los agentes económicos siguen anticipando una economía que continuará sumida en la recesión durante 2013. Así lo reflejan la totalidad de las agencias internacionales y los analistas españoles.

Y es que a los muy deteriorados indicadores económicos a lo largo del año pasado se añaden unas perspectivas en las principales economías europeas que no serán precisamente favorecedoras de la continuidad en el empuje de la demanda exterior. Las exportaciones españolas de bienes y servicios, que han tenido un muy buen comportamiento en el pasado, acusarán el debilitamiento de la demanda en Alemania, Francia y Reino Unido. Está en lo cierto la canciller Merkel al anticipar que la superación de la crisis en la eurozona llevará tiempo. En gran medida, porque las políticas aplicadas en el área no son las adecuadas. Las exigencias de severos ajustes fiscales excesivamente concentrados en el tiempo no están haciendo otra cosa que pronunciar la recesión y destruir potencial de crecimiento. La austeridad a ultranza ya ha dejado evidencia suficiente de sus resultados. Y de persistir, en modo alguno contribuirá a una rápida e intensa recuperación.

Más allá de los daños que los indicadores económicos nos señalan, la hipoteca del bienestar futuro, la destrucción de crecimiento potencial de la economía se manifiesta a través de la ausencia de inversión y de la erosión en el capital humano que ese desempleo extraordinario denuncia.