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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ambigüedad de Monti

El ex primer ministro italiano rechaza presentarse a las elecciones, pero se declara abierto a presidir el nuevo gobierno

La esperada y ambigua decisión anunciada ayer por Mario Monti sobre su futuro (disponible para aspirar a un nuevo mandato en las elecciones italianas de febrero si se lo pide una fuerza política que apoye su agenda reformista) ha sido adoptada, sin duda, teniendo en cuenta el modesto tercer o cuarto lugar que los sondeos otorgan a los centristas que apoyan abiertamente al dimisionario jefe del Gobierno tecnocrático. Monti ha dignificado extraordinariamente el cargo tras la grotesca etapa de Silvio Berlusconi y devuelto en parte la tranquilidad a los mercados financieros.

Numerosos dirigentes europeos y la élite empresarial italiana le han pedido que concurra a las elecciones para culminar un programa económico que en buena medida ha sido aguado o bloqueado durante los 13 meses que ha permanecido al timón. Pero el primer ministro en funciones, que promete detallar sus propuestas, pretende mantener abiertas todas sus opciones políticas. El más grave riesgo que entraña su postura —que decepciona a quienes esperaban un mayor compromiso a dos meses de los comicios que devolverán a Italia un Gobierno elegido— es que nadie reclame su explícito liderazgo, una vez que, con excelente juicio, ha rechazado la trampa de Berlusconi.

La debilidad del centrismo apunta a una coalición gobernante encabezada por los socialdemócratas del Partido Democrático, PD, al que los sondeos otorgan algo más del 30% del voto. Pero los socios izquierdistas del PD en la alianza que dirige Pierluigi Bersani, pragmático excomunista a quien Monti no le hace especial gracia, son un grupo dispar con intereses contrapuestos, sindicatos incluidos, entre quienes no prima precisamente el afán reformista, se trate de la poda del gasto público o de cambiar el mercado de trabajo, elementos centrales del credo de Monti. Un credo que tampoco parece entusiasmar al conjunto de los italianos, según dicen las encuestas.

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