La desigualdad social

Cuando se deja sin paga extraordinaria a miles de personas, hay que darse cuenta de que no es lo mismo que prescinda de ella un trabajador con un sueldo mensual de 1.000 euros, que otro que tiene uno de 5.000 euros. Los cálculos son sencillos, bastaría con aplicar criterios básicos de proporcionalidad.

Es evidente que este despropósito es la mejor muestra de cómo se perjudica a los más débiles. La medida se ha argumentado en que los funcionarios tienen el sueldo asegurado, así que pueden asumir ver reducida su remuneración por solidaridad. Medida discutible, pero es la ciudadanía la que debe cuestionarla, a fin de cuentas somos los que recibimos directamente su atención. Pero además, ¿qué pasa con los trabajadores públicos a los que, como yo, se nos administra la misma medida sin ser funcionarios? ¿Qué se argumenta en nuestro caso cuando al mismo tiempo que hemos visto menguar el sueldo, perdemos en el recorrido derechos y compañeros?

Espero que venga un futuro en el que se despida de modo rotundo y fulminante a los que alimenten la desigualdad social. Solo son unos cuantos, pocos, quienes lo deciden, y bastaría con no votarles. Pero hay otros muchos que lo permiten, que podrían oponerse o encontrar mecanismos de compensación no económica. Podrían hacer algo, y no hacen nada. Los que no podemos defendernos de su incapacidad emocional, escribimos para denunciarles.— Anna Giralt Álvarez.