Una verdadera reforma educativa

Todos sabemos que los resultados educativos en nuestro país están a la cola de Europa. Sin embargo, no año tras año, sino década tras década, se repite el fracaso, pese a las múltiples reformas educativas que llevamos a cuestas.

Lo penoso es que cuando se acomete la enésima, solo se hable en los medios de cómo afecta al catalán y al castellano, y no de los temas fundamentales que deberían estar sobre la mesa en una verdadera reforma de la educación con vocación de permanencia y pretensiones de solucionar las enormes deficiencias que sabemos que se dan en nuestro sistema.

Si solo tenemos en mente la batalla lingüística que se libra en Cataluña, con seguridad que esta reforma será una más en una sucesión que parece interminable, porque no se busca mejorar el sistema educativo pensando en la formación de los estudiantes, sino solo en batallas políticas de cortas miras.

Por ejemplo, parece que nadie se cuestiona si convertir en una mera alternativa opcional la asignatura de Ética es algo positivo o negativo: ¿conviene que deje de ser obligatorio aprender un poco de ética? ¿de veras es más importante que esa ética se enseñe en catalán o en español? Otro ejemplo: mis dos hijas están haciendo 3º de la ESO (son mellizas), y tienen 13 asignaturas en un solo curso: ¿nadie se plantea que esa tremenda dispersión de contenidos perjudica claramente la formación de un estudiante?

Hay otros muchos asuntos como estos sobre los que podríamos de verdad reflexionar, y da pena comprobar que, al parecer, casi nadie tiene interés en ellos.—  Juan Carlos León Sánchez