Mal servicio público

Los bancos son un buen invento. Prestan un gran servicio a la sociedad mientras hagan lo que les corresponde: mover el dinero ayudando a los emprendedores en sus proyectos, facilitando la creación de empresas y empleo y contribuyendo a la riqueza de un país. Como consecuencia de esa actividad obtendrán beneficios.

Pero si lo que hacen es poner en primer lugar sus beneficios, empiezan a especular y se dejan llevar por la codicia, dejan de hacer esa función y dan la espalda a la sociedad. Cuando llegan los malos tiempos cierran el grifo del dinero, olvidándose de que ese dinero suyo es en realidad nuestro ahorro, y contribuyen a paralizar la economía de un país. De tener una utilidad social pasan a ser una carga pública.

Llegados a este punto parece más sensato, por una parte, emplear mejor esos recursos públicos en engrosar un fondo de garantía que salve los ahorros de quienes confiaron en esas entidades y dejarlas que se hundan como cualquier empresa mal gestionada. Y, a la vez, se los podría sustituir por un banco público que tenga como prioridad el servicio a los ciudadanos y haga la función que ellos ya no hacen. Imagino que eso les obligaría a espabilarse para volver a ser competitivos y, sobre todo, a poner de nuevo los pies en la tierra.— Jaime Tapia-Ruano.