Prefabricada y a medida
FOTOS: López-Conde
Jacobo García Germán y su estudio levantaron esta casa prefabricada, al noreste de Madrid, para un diseñador gráfico que quería dejar atrás una vida en la ciudad. O por lo menos media vida: finalizada la vivienda con vistas a Somosierra, se ha instalado a vivir y trabajar en ella media semana. El nombre de la vivienda, Casa Ex, alude a lo que el dueño deja atrás al inaugurarla: la ciudad, el ruido, las prisas y una vida distinta a la que se puede hacer en medio de un bosque.
La vivienda, que se levantó en cinco días, tardó tres meses en proyectarse y fabricarse, frente al año y medio que suele costar construir una casa tradicional de 120 metros. Construida con paneles estructurales de madera laminada cortados con laser en Austria y recubierta de un cerramiento de tabla dentada de roble fabricado en Segovia, la casa sintetiza haceres locales y globales, trabajos de alta tecnología y artesanos y resume una manera de estar en el mundo que no renuncia a la comodidad contemporánea ni al calor ancestral de una vivienda tradicional.
Así, el roble y la encina, bajo cuya sombra se levantó la vivienda, el huerto o la chimenea que, abierta a un salón de doble altura, genera el suficiente calor para mantenerla caldeada ofrecen recursos antiguos para la comodidad y el confort doméstico. Y la precisión del diseño y el corte por laser así como los paneles estructurales contribuyen a esa comodidad desde una tecnología avanzada.
En esa misma línea técnica, un triple acristalamiento vela por la seguridad en dos grandes ventanas cuadradas de cuatro metros y medio. En la línea opuesta, tradicional, el aislamiento de lana, el del roble y el que proporcionan los cimientos –que levantan la vivienda para evitar humedades y la entrada de los animales- mantienen el calor de la chimenea. También un techo vegetal contribuye al aislamiento –en verano y en invierno- amparado por el eco del roble que protege la vivienda del sol solo cuando llega el calor.
Jacobo García Germán asegura que la casa costó 980 euros por metro cuadrado. A la energía que ahorrará su inquilino, él suma el ahorro en el transporte (los paneles de madera laminada que conforman la vivienda están diseñados para ser trasladados en un único camión y en un solo viaje) y resta los acabados que la tabla dentada y la madera laminada hacen innecesarios tanto en el exterior como en el interior de la casa. La madera acoge a quienes habitan en ella y camufla la vivienda entre los troncos del bosque.
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