La isla donde nunca nacen niños
En Fernando de Noronha, el archipiélago brasileño en el que acabo de estar, no hace falta que eches el pestillo de la puerta de tu casa cuando te vas, el coche lo puedes dejar aparcado y con las llaves puestas, los niños se mueven solos por la isla desde bien pequeños y si quieres ir de un sitio a otro solo tienes que ponerte al pie de la única carretera, pedir carona (hacer autostop) y al momento te para un vecino, al que seguro conoces.
Porque todo el mundo se conoce en este pequeña sociedad de 3.000 habitantes donde no existe la propiedad de la tierra: el gobierno te otorga un terreno en concesión por 99 años para que construyas tu casa, que puede pasar a tus descendientes, pero no puedes venderla ni comerciar con ella. Para vivir aquí tienes que casarte con un o una local o llegar con un contrato de trabajo. Si no, no te puedes quedar.
Los inconvenientes, que lo hay, se te antojan minúsculos cuando piensas en ellos una mañana gris y lluviosa metido en un atasco en una capital europea y con tu jefe rugiendo al otro lado del teléfono móvil: todo lo que se necesita en Noronha tiene que venir en pequeños barcos (el puerto solo tiene 4 metros de calado) que tardan dos días y medio en hacer el trayecto desde Recife. Si necesitas una pieza de recambio o algo para casa con urgencia, olvídate... de la urgencia. Los barcos vienen cargados con comida, ropa, electrodomésticos, medicina, gasolina… etc. Y se van cargados con la basura no orgánica de la isla, que se saca para no contaminar el medioambiente de este Parque Nacional Marinho. Si quieres ir al cine o al teatro o de compras… tienes que irte “a Brasil”, como dicen los propios isleños, a Recife, que está a 560 km (una hora de vuelo).
Además, como solo hay un centro de urgencias y medicina generalen la isla, para cualquier consulta a un especialista tienes que ir también a Recife. En este caso, a gastos pagados por el gobierno brasileño, que le sale más a cuenta correr con este presupuesto que no hacer un centro con todas las especialidades para una comunidad tan pequeña y alejada.
Lo curioso es que como tampoco hay maternidad, la embarazadas noronhesas han de irse al continente al cumplir el séptimo mes. Si tienen familiares allí, se suelen quedar con ellos; si no el gobierno les facilita la estancia en una residencia y corre con todos los gastos del parto en el gran hospital público de Recife. El padre tiene nueves días de permiso y estancia también pagada.
Así que Noronha es una isla singular. Y no solo por sus playas maravillosas y los buenos fondos marinos para la práctica del buceo (ver post anteriores).
¡Es que además es un lugar en el que nunca nace nadie!
Aquí van los datos prácticos prometidos por si decidís hacer un viaje a Fernando de Nornoha:
Tasas de entrada. Hay que pagar en el aeropuerto una tasa diaria de “Preservación medioambiental”, que varía en función del tiempo que vayas a estar (cuanto más tiempo, más cara: es para que no se masifique la isla). Para una semana de estancia sale por unos 15 diarios. La tabla de precios se puede ver en esta web.
Tasa parque marino. Además de la anterior, hay que pagar una tasa fija de 130 reales (54 €) para acceder a las zonas del parque marino, que son casi todas (por eso hay que pagarla, si o si). Sirve para diez días de estancia.
Dormir
Económico. Noronha no es una isla barata, ya quedó dicho en los anteriores post. Las posadas más económicas empiezan a partir de los 150 reales (62 €). Entre las más recomendables están Posada do Gilherme, Posada Golfinho y Posada Tubarâo; todas en Vila dos Remedios; sencillas, sin pretensiones, pero limpias.
Un hotel de precio medio.Posada Solar dos Ventos, cabañas bien equipadas y con magníficas vistas; desde 245 € la noche
Hoteles con encanto. Si no tienes problema con tu VISA platinum y quieres impresionar a tu pareja hay tres posadas maravillosas y llenas de encanto en la isla (lo de la VISA lo digo porque la habitación cuesta como mínimo 500 € la noche): Posada Triboju, Posada Maravilhas (a la que suele ir el famoseo de Brasil; yo me encontré a Michel Teló) y Teju açu. Aunque no os alojéis, merece la pena ir solo a comer o cenar; precios como en el resto de la isla, en un ambiente muy agradable, con buen paisaje de fondo sobre todo en la Posada Maravilhas.
Sitos baratos. Flamboyán (comida al peso; entre 14 y 16 € por persona). Ou da Ria (comoda al peso; entre 12 y 14 €). Cheiro Verde (frente a la oficina del Parque Marinho), asequible de precio y buena calidad (platos principales a la carta entre 12 y 16 €).
La mejor langosta. En el restaurante Ecologikus (unos 65 € para dos personas).
Un sitio donde va la gente guapa. Los festivales gastronómicos de Zé María (solo miércoles y sábados), todo un personaje en la isla, uno de los primeros empresarios turísticos: parece escapado de la Ibiza hippie de los 60. Cuesta 62 € más bebidas, con bailes tras la cena-bufé.
Alquiler de buggies: entre 100 y 150 reales día (41 y 62 €)
Una buena agencia de excursiones en la isla. Atalaia.
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