Sitios para ver (y oír) caer las hojas
"Sobre la nieve cae la nieve. Estoy en paz", dice un haiku del poeta japonés Taneda Santoka (1882-1940). Sobre las hojas caen las hojas, el tiempo fluye, la crisis pasará. Apaga la tele y escucha el susurro de una hoja al caer. Es un lujo. Y además es gratis.
1/ Tres hayedos meridionales
Ayllón y la Sierra Norte (Madrid y Segovia)
A 150 kilómetros de Madrid, repartidos por el macizo de Ayllón y la Sierra Norte, se encuentran tres de los hayedos más meridionales de Europa: el de Montejo (Madrid), el del parque natural de Tejera Negra (Guadalajara) y el de la Pedrosa (Segovia). También está cerca de Madrid la Dehesa Bonita, un pequeño bosque de acebos, robles y abedules junto al puerto madrileño de Somosierra.
Hayedo de Montejo, en la provincia de Madrid. / EL PAÍS
2/ El jardín de las diosas desnudas
La Granja y Valsaín (Segovia)
Los jardines del palacio segoviano de La Granja, en Segovia, un parque de 146 hectáreas plantadas de tilos, pinos, castaños de indias avellanos, guindos, arces, setos de carpe…), tienen su mejor momento en otoño. Repartidas por las calles y glorietas del parque, fuentes monumentales como la de los Baños de Diana, reproducen las leyendas de la mitología clásica. Y del vecino pueblo maderero de Valsaín parte la ruta de las Pesquerías Reales, una caminata junto al río Eresma siguiendo la senda enlosada que mandó hacer Carlos III para pescar truchas en los montes segovianos, a lo largo de diez kilómetros (también se pueden hacer tramos sueltos) hasta la cabecera del río Eresma, entre robledos, praderas donde pastan manadas de caballos, pinares, pozas y antiguas obras de ingeniería hidráulica, como el salto del Olvido o el puente y acueducto de los Canales, del siglo XVI.
Fuente de la Carrera de Caballos, en los jardines de La Granja (Segovia). / Isidoro Merino
3/ Soria Misteriosa
Sierra de Urbión y Laguna Negra (Soria)
He vuelto a ver los álamos dorados, / álamos del camino en la ribera...". Los poemas de Antonio Machado son la mejor guía para descubrir una Soria encendida de ocres y rojos. Paseos "cerca del agua", por las márgenes del Duero, o tras la sombra de Alvargonzález, hasta el pico de Urbión y la laguna Negra, por los paisajes que inspiraron el célebre romance.
La Laguna Negra (Soria) inspiraró el Romance de Alvargonzález, de Machado. / EL PAÏS
4/ En Babia y más allá
Comarca de los Cuatro Valles (León)
Estar en Babia: perder el contacto con la realidad, caer en un estado de ensoñación, alejarse de obligaciones y compromisos. Para hacer realidad el dicho, una escapada a las comarcas leonesas de Omaña, Luna, Babia y Laciana, tres espacios salvajes y mágicos declarados reserva de la biosfera.
La comarca leonesa de Babia, al noreste de León. / Cristóbal Manuel
5/ Rascafría, El Paular y Canencia
Sierra Norte (Madrid)
Las cuencas de los ríos Jarama, Lozoya, Guadalix, Manzanares y Guadarrama brindan la oportunidad de realizar diversas excursiones por las sierras del norte de Madrid, un triángulo que tiene como vértice Somosierra, y como base, la línea que va desde Guadarrama hasta las vegas del Jarama. Entre las rutas que más se prestan para una visita otoñal está la que discurre por el término de Rascafría: en el puente del Perdón, frente al monasterio de El Paular, arranca el arboreto Giner de los Ríos, una senda botánica dedicada al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, donde se pueden ver 300 especies caducifolias de los cinco continentes, separadas según su procedencia. Otro itinerario recomendable es la senda ecológica de Canencia, un cómodo paseo de seis kilómetros entre abedules, melojos, acebos, tejos, pinos albares y abetos.
6/ Castaños centenarios
Fraga de Catasós (Pontevedra)
Más allá de la costa, la Pontevedra interior depara sorpresas como la fraga de Catasós, en el concello de Lalín, un pequeño bosque mixto o carballeira declarado monumento natural donde se alzan algunos de los castaños más altos (hasta 30 metros) de Europa. El mismo sendero que permite recorrer a pie este espacio protegido conduce al pazo privado de Quiroga, que inspiró a Emilia Pardo Bazán la novela Los pazos de Ulloa.
Fraga de Catasós, en Pontevedra. / Cortesía de Casa Rural Dona Maria.
7/ El reino boscoso
Parque natural de Urbasa (Navarra)
En Navarra, las hayas del parque natural de Urbasa pintan uno de los mejores escenarios otoñales. Se puede acceder a Urbasa desde la localidad de Baquedano, de donde parte un sendero que lo recorre, en hora y media, hasta la fuente del río Urederra.
Manada de caballos en el parque natural de Urbasa (Navarra). / Sakana Turismo
8/ Valle de Iregua
Parque natural de Cebollera (La Rioja)
Las tierras riojanas de Cameros tienen en su parque natural de Cebollera el espacio geográfico mejor conservado de la comarca, con un paisaje que ha recuperado los bosques después de varios siglos de intensa actividad trashumante, una cultura pastoril que ha dejado su huella integrada en el horizonte a través de corrales, chozos y ermitas.
9/ Nueve pueblos y un bosque
Sierra de las Nieves (Málaga)
De espaldas a la concurrida costa de Málaga, el parque natural de la Sierra de las Nieves brinda una escapada rural a cualquiera de sus nueve pueblos blancos: Ojén, Guaro, Alozaina, Tolox, Istán, Casarabonela, Yunquera, Monda y El Burgo. Desde allí, propone una aventura por una naturaleza de roquedos, encinares, alcornocales, matorral mediterráneo y bosque de pinsapos, el ecosistema propio de una comarca declarada reserva de la biosfera por la Unesco. El centro de iniciativas turísticas Sierra de las Nieves publica varias guías con información turística, alojamiento y paseos por la zona, que también se pueden consultar en su página web.
10/ Valle de Salenques
Parque natural de Posets-Maladeta (Huesca)
En la esquina nororiental de Aragón, integrado en el parque natural de Posets-Maladeta se encuentra el valle de Salenques, una porción de puro Pireneo cubierto de hayas y abetos.
Por supuesto, hay muchos más: Muniellos (Asturias), Ordesa (Huesca), Irati (Navarra)... Os propongo que contéis aquí cuáles son vuestros parques y bosques preferidos (o que mandéis enlaces de vuestros álbumes de fotos otoñales), esos que invitan a apurar los días de buen tiempo, a "no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra", como escribe Julio Cortázar en un cuento ambientado en el otoño de París (Las babas del diablo).
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.