El liberalismo de Esperanza Aguirre
Estupefacto. Así me quedo tras leer el artículo hagiográfico que Vargas Llosa dedica a la expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. Si esta mujer ha sido liberal, entonces el liberalismo y la reacción, el clasismo, totalitarismo, elitismo y dogmatismo van de la mano. Una cosa es defender el liberalismo en el seno de una sociedad de corte autoritario y otra muy distinta hacerlo en una democracia. En el primer caso es una petición lógica debido a la asfixia a que el poder omnímodo somete a cualquier tipo de iniciativa. En una sociedad abierta y democrática, sin embargo, la demanda de libertad por los privilegiados es un deseo de mantener sus prerrogativas y aumentar sus beneficios a costa de los que menos tienen.
Qué alejado de la realidad está el Premio Nobel.— Emmanuel Goiburu. Ciudad Real.
Algunos ejemplos del liberalismo de Esperanza Aguirre:
1. El intento de imposición por vía legal, a todo el país, de su concepción de la historia y de las humanidades en general cuando era ministra de Educación.
2. Su política intervencionista, desde la comunidad autónoma, en los medios de comunicación: concesión de emisoras de radio y televisión y uso de la televisión pública con criterios sectarios, partidistas y personales.
3. Las cesiones de suelo y concesión de ayudas públicas (no de su patrimonio o peculio personal) a grupos católicos ultraconservadores y dogmáticos e ideológicamente afines, para la construcción y funcionamiento de centros docentes.
4. Su talante políticamente autoritario, controlador y personalista.
Me gustaría pedirle a Mario Vargas Llosa que atienda a lo que las personas hacen, no a lo que dicen.— Antonio Viñao. Murcia.
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