¿A qué precio?

La fábrica de Pakistán que se incendió el martes pasado producía ropa para el mercado europeo. Cuando se desató el incendio trabajaban unas 650 personas, cerca de 300 murieron. No había equipos de extinción de incendios, las ventanas tenían verjas de hierro, las escaleras y las puertas estaban bloqueadas, los trabajadores no tenían contrato y tenían prohibido unirse a un sindicato. Aún así, la fábrica tenía la prestigiosa acreditación SA8000 que utilizan la mayoría de las empresas líderes de ropa para demostrar que cumplen con los estándares laborales internacionales.

¿Es este el precio real de la fast fashion a la que nos hemos acostumbrado?

Lo ocurrido en Pakistán no es un hecho excepcional. El mismo día que las llamas devoraban la fábrica paquistaní, otro incendio en una fábrica de ropa a las afueras de Moscú mataba a 14 trabajadores vietnamitas. Sólo en Bangladesh se calcula que desde 2006 han muerto 600 personas produciendo ropa para la exportación.

Las marcas de moda líderes en Europa y Estados Unidos son los clientes de las fábricas de Pakistán, Bangladesh o Camboya y son responsables de garantizar la seguridad de las personas que producen la ropa en sus cadenas de suministro.

No basta con lamentarse cada vez que una tragedia de esta magnitud ocurre. La negligencia de gobiernos, empresas proveedoras y empresas clientes es manifiesta.

Las medidas de Responsabilidad Social Corporativa hacen aguas y son más parte del problema que de la solución. ¿Cómo es posible que no existan mecanismos jurídicamente vinculantes para las operaciones de las transnacionales en los países donde subcontratan la producción? — Eva Kreisler.