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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Mi papá me mata: hijos de la violencia de género

Yolanda Román es experta en derechos humanos e incidencia política. Trabaja en Save the Children.

La última vez que escribí en este Blog estaba en Dakar y contaba mi experiencia desde el terreno en la emergencia alimentaria del Sahel, ese infierno del hambre. De vuelta a Madrid, al hogar y a sus cómodas rutinas, siento la urgencia de seguir escribiendo sobre otros infiernos. Los de aquí, tan cercanos e igual de intolerables, tantas veces invisibles e ignorados.

Mi apasionante trabajo me confronta cada día con durísimas realidades de violencia e injusticia que afectan de manera especialmente cruel a niños y a niñas. A mi regreso de África, con la mirada aún desenfocada y el alma renqueante, en la oficina me esperaban las primeras y contundentes conclusiones de un informe sobre abuso sexual infantil, en el que mi equipo había estado trabajando todo el verano. España no es África, pensé con ironía parafraseando a nuestros políticos, pero parece que el horror no sabe de geografías. Creo que murmuré algo así como “dadme un respiro”, aún sabiendo que los infiernos no conceden treguas.

Una de las realidades de violencia y desprotección que afecta a cientos de miles de niños en España es la violencia de género. El maltrato ejercido contra sus madres tiene un impacto devastador en los niños y las niñas, aunque no sean ellos quienes reciban los golpes, los insultos o las humillaciones. Un niño que crece en un hogar con violencia de género es un niño maltratado que necesita protección. En el mejor de los casos, crece con miedo, acurrucado en su cama mientras escucha los gritos detrás de la puerta, o asimilando patrones de relaciones afectivas equivocados y peligrosos. En el peor de los casos, muere. Así: muere. Del verbo morir. Como Andrea.

Andrea tenía 7 años cuando su padre, el maltratador de su madre, la mató. Lo cuenta hoy la madre, Ángela, junto a la organización Women’s Link, que ha puesto una denuncia ante la ONU contra el Estado español por su responsabilidad en la muerte de la niña. El caso plantea una pregunta muy sensible, compleja y polémica que constantemente se nos hace a las organizaciones de infancia: ¿debe un maltratador mantener sus derechos paterno-filiales? Yo no sé si un maltratador puede ser un buen padre, pero un maltratador es un maltratador y un niño es siempre vulnerable. Los poderes públicos tienen la obligación de entender esto y velar con celo y la debida diligencia por el bienestar de los niños y las niñas, garantizando su protección frente a cualquier tipo de violencia. En el caso de Andrea, el Estado falló. Y sigue fallando. Son necesarias medidas y reformas, sobre todo en la Administración de Justicia, para que esto no vuelva a ocurrir.

Voy a estar en la rueda de prensa de las compañeras de Women’s Link, acompañándolas y apoyándolas en nombre de Save the Children. Cuando lean esto habré conocido a Ángela, la madre, y la habré mirado a los ojos para descubrir en ellos los rescoldos de su infierno. Espero ser fuerte y no llorar. Invocaré para ello el recuerdo afortunado de los hombres maravillosos que tan bien me han querido, a mí y a mis hijos. Porque esta, no nos confundamos, no es una guerra entre hombres y mujeres, sino entre la sociedad y los maltratadores.

Comentarios

Estimados Yolanda y Gonzalo,Gracias por vuestras reflexiones. A su vez, la rotundidad de la ultima frase:” Porque esta, no nos confundamos, no es una guerra entre hombres y mujeres, sino entre la sociedad y los maltratadotes”, me lleva a hacer los siguientes comentarios: Una afirmación así, conlleva el peligro de anclarnos en ella. Con ella, ya tenemos el campo de batalla y los contendientes definidos. Y ahí nos quedamos. Pero, ¿Es un buen planteamiento? Me viene a la mente otra frase: Insiste, Resiste, Persiste. Creo que así el problema persistirá. Lo arrastraremos durante mucho tiempo porque está mal planteado. Atacamos lo visible, el maltratador. Ya tenemos al chivo expiatorio. ¿Qué hace que haya maltratadores? Para mí un maltratador es el síntoma, la consecuencia de algo previo que no ha ido bien. Pueden haber diversas causas, posiblemente de anhelos insatisfechos con la madre o malos ejemplos del padre. Y a ellos ¿De dónde les viene? Pues de más atrás. Son dinámicas sistémicas que pueden resolverse si se trabajan terapéuticamente, en alianza, ayuda y apoyo al maltratador, no contra él. No es una guerra entre la sociedad y los maltratadores, es una guerra en la que toda la sociedad está involucrada. Todo padre y madre está involucrado. También los profesores, etc. ¡Que tire la primera piedra el que esté libre de toda culpa! Por la complejidad del problema, éste persistirá por la imperfección de cada uno de nosotros como seres humanos y por la imperfección de las relaciones entre nosotros. Creo que el trabajo por este camino está mejor orientado y es más eficaz. Aunque hace tiempo que se está avanzando por este camino más realista y humano, la violencia de género creo que sólo desaparecerá cuando nuestra sociedad alcance la perfección.
Desagraciadamente, los tribunales alrededor del mundo están fallando completamente de proteger los derechos de víctimas de la violencia domestica. Todavía, las tradiciones y costumbres que oculta la violencia y abuso domestico están usado y aplicados en los tribunales. Lo ruego vea más información fichado sobre http://worldpulse.com/user/2759/journalQuenby Wilcox
Estimados Yolanda y Gonzalo,Gracias por vuestras reflexiones. A su vez, la rotundidad de la ultima frase:” Porque esta, no nos confundamos, no es una guerra entre hombres y mujeres, sino entre la sociedad y los maltratadotes”, me lleva a hacer los siguientes comentarios: Una afirmación así, conlleva el peligro de anclarnos en ella. Con ella, ya tenemos el campo de batalla y los contendientes definidos. Y ahí nos quedamos. Pero, ¿Es un buen planteamiento? Me viene a la mente otra frase: Insiste, Resiste, Persiste. Creo que así el problema persistirá. Lo arrastraremos durante mucho tiempo porque está mal planteado. Atacamos lo visible, el maltratador. Ya tenemos al chivo expiatorio. ¿Qué hace que haya maltratadores? Para mí un maltratador es el síntoma, la consecuencia de algo previo que no ha ido bien. Pueden haber diversas causas, posiblemente de anhelos insatisfechos con la madre o malos ejemplos del padre. Y a ellos ¿De dónde les viene? Pues de más atrás. Son dinámicas sistémicas que pueden resolverse si se trabajan terapéuticamente, en alianza, ayuda y apoyo al maltratador, no contra él. No es una guerra entre la sociedad y los maltratadores, es una guerra en la que toda la sociedad está involucrada. Todo padre y madre está involucrado. También los profesores, etc. ¡Que tire la primera piedra el que esté libre de toda culpa! Por la complejidad del problema, éste persistirá por la imperfección de cada uno de nosotros como seres humanos y por la imperfección de las relaciones entre nosotros. Creo que el trabajo por este camino está mejor orientado y es más eficaz. Aunque hace tiempo que se está avanzando por este camino más realista y humano, la violencia de género creo que sólo desaparecerá cuando nuestra sociedad alcance la perfección.
Desagraciadamente, los tribunales alrededor del mundo están fallando completamente de proteger los derechos de víctimas de la violencia domestica. Todavía, las tradiciones y costumbres que oculta la violencia y abuso domestico están usado y aplicados en los tribunales. Lo ruego vea más información fichado sobre http://worldpulse.com/user/2759/journalQuenby Wilcox
Estimados Yolanda y Gonzalo,Gracias por vuestras reflexiones. A su vez, la rotundidad de la ultima frase:” Porque esta, no nos confundamos, no es una guerra entre hombres y mujeres, sino entre la sociedad y los maltratadotes”, me lleva a hacer los siguientes comentarios: Una afirmación así, conlleva el peligro de anclarnos en ella. Con ella, ya tenemos el campo de batalla y los contendientes definidos. Y ahí nos quedamos. Pero, ¿Es un buen planteamiento? Me viene a la mente otra frase: Insiste, Resiste, Persiste. Creo que así el problema persistirá. Lo arrastraremos durante mucho tiempo porque está mal planteado. Atacamos lo visible, el maltratador. Ya tenemos al chivo expiatorio. ¿Qué hace que haya maltratadores? Para mí un maltratador es el síntoma, la consecuencia de algo previo que no ha ido bien. Pueden haber diversas causas, posiblemente de anhelos insatisfechos con la madre o malos ejemplos del padre. Y a ellos ¿De dónde les viene? Pues de más atrás. Son dinámicas sistémicas que pueden resolverse si se trabajan terapéuticamente, en alianza, ayuda y apoyo al maltratador, no contra él. No es una guerra entre la sociedad y los maltratadores, es una guerra en la que toda la sociedad está involucrada. Todo padre y madre está involucrado. También los profesores, etc. ¡Que tire la primera piedra el que esté libre de toda culpa! Por la complejidad del problema, éste persistirá por la imperfección de cada uno de nosotros como seres humanos y por la imperfección de las relaciones entre nosotros. Creo que el trabajo por este camino está mejor orientado y es más eficaz. Aunque hace tiempo que se está avanzando por este camino más realista y humano, la violencia de género creo que sólo desaparecerá cuando nuestra sociedad alcance la perfección.
Desagraciadamente, los tribunales alrededor del mundo están fallando completamente de proteger los derechos de víctimas de la violencia domestica. Todavía, las tradiciones y costumbres que oculta la violencia y abuso domestico están usado y aplicados en los tribunales. Lo ruego vea más información fichado sobre http://worldpulse.com/user/2759/journalQuenby Wilcox

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