Que no mueran más niños por causas absurdas
Esta entrada ha sido escrita por Marta Arias de UNICEF.
Tengo un serio problema con este post, incluso antes de empezar a escribirlo. Bueno, en realidad dos, ahí es nada…
El primero: la historia que quiero contar habla de estadísticas, y los expertos se han cansado de explicarme que comunicativamente no funcionan. Estamos tan inmunizados que ya no sabemos si son 1.000 o 10.000 los niños que mueren al día. Son sólo cifras, y siempre malas. Así que no nos impresionan, no nos indignan, no nos movilizan.
El segundo es peor aún, porque es de fondo: se supone que voy a hablar de un éxito, el de una reducción espectacular en las cifras de mortalidad infantil. Entre 1990 y 2011 hemos pasado de 12 millones de muertes al año a menos de 7 millones, o lo que es lo mismo, una caída superior al 40%. Pero… ¿podemos hablar de éxito cuando 19.000 niños mueren cada día por causas tan absurdas como una diarrea? Porque no son ni mil, ni diez mil, sino 19.000 los niños menores de 5 años que mueren diariamente. Casi 800 cada hora. 13 por minuto. Uno cada 5 segundos. 6 en el tiempo que llevas leyendo este post. De nuevo, estadísticas... casi mejor si nos olvidamos de ellas. Pensemos en un solo niño, una niña, en cualquier rincón del mundo, que muere por una causa absurda. ¿Lo podemos permitir?
Por si fuera poco, según escribo me asalta un tercer problema, seguramente el esencial: con la que está cayendo, ¿a quién le importa la mortalidad infantil en el mundo? Bueno, vale, a algunos nos importa, nos estremece imaginar que algo así le pudiera pasar a un hijo nuestro, una hermana, un sobrino... Pero, ¿estamos siendo capaces de transmitir esta preocupación más allá de nuestro entorno personal? ¿Somos capaces de argumentar por qué un país como España, sumido como está en sus propias cavilaciones, tiene que incluir a niños que viven a miles de kilómetros en su larga lista de preocupaciones?
Gonzalo Fanjul repasaba hace algunas semanas en su brillante manual de supervivencia ética algunas ideas muy pertinentes a este respecto:
1. “No aceptemos una guerra de pobres: las dificultades que vive nuestro país no son excusa suficiente para olvidar lo que está sucediendo ahí fuera”. En España en el año 2011 murieron 4 niños menores de 5 años por cada 1.000 nacidos vivos vinculados a estas causas. En Mali son 176, en Sierra Leona 185. Pero no se trata de comparar, podemos y debemos tomar medidas para afrontar la pobreza y la exclusión en España al tiempo que mantenemos una política de cooperación internacional digna, coherente y estratégica.
2. “No todos podemos hacer todo, pero siempre podemos hacer algo”. El tomar consciencia de la magnitud del problema no puede llevarnos a la inacción. Y menos ahora, cuando multitud de iniciativas nos recuerdan cada día el poder de la movilización ciudadana. Una de las ideas fuerza de la Convención sobre los Derechos del Niño (que incluye claro está el derecho a la supervivencia en primerísima instancia) es que su aplicación efectiva es una responsabilidad que nos corresponde a todos: gobiernos por supuesto, pero también empresas, medios de comunicación, profesores, médicos, organizaciones sociales… y todos y cada uno de nosotros a títuloindividual. Esa es la idea que está detrás de la iniciativa Una Promesa Renovada en la que se invita a todos estos actores a manifestar su compromiso. El objetivo es ambicioso: conseguir un clamor unánime durante la Asamblea General de Naciones Unidas, que arranca la semana que viene en Nueva York. Conseguir que, una vez tras otra, discurso tras discurso, los líderes del mundo se comprometan de nuevo a no permitir que un solo niño más muera por alguna de estas razones.
1. “No aceptemos una guerra de pobres: las dificultades que vive nuestro país no son excusa suficiente para olvidar lo que está sucediendo ahí fuera”. En España en el año 2011 murieron 4 niños menores de 5 años por cada 1.000 nacidos vivos vinculados a estas causas. En Mali son 176, en Sierra Leona 185. Pero no se trata de comparar, podemos y debemos tomar medidas para afrontar la pobreza y la exclusión en España al tiempo que mantenemos una política de cooperación internacional digna, coherente y estratégica. 2. “No todos podemos hacer todo, pero siempre podemos hacer algo”. El tomar consciencia de la magnitud del problema no puede llevarnos a la inacción. Y menos ahora, cuando multitud de iniciativas nos recuerdan cada día el poder de la movilización ciudadana. Una de las ideas fuerza de la Convención sobre los Derechos del Niño (que incluye claro está el derecho a la supervivencia en primerísima instancia) es que su aplicación efectiva es una responsabilidad que nos corresponde a todos: gobiernos por supuesto, pero también empresas, medios de comunicación, profesores, médicos, organizaciones sociales… y todos y cada uno de nosotros a títuloindividual. Esa es la idea que está detrás de la iniciativa Una Promesa Renovada en la que se invita a todos estos actores a manifestar su compromiso. El objetivo es ambicioso: conseguir un clamor unánime durante la Asamblea General de Naciones Unidas, que arranca la semana que viene en Nueva York. Conseguir que, una vez tras otra, discurso tras discurso, los líderes del mundo se comprometan de nuevo a no permitir que un solo niño más muera por alguna de estas razones.
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