La clase política española

Leí, subrayé y guardé el artículo de César Molinas sobre “una teoría sobre la clase política española” por el análisis tan certero, que muchos compartimos al sentirnos muy descontentos con esta democracia que nos ha tocado vivir; donde nuestros representantes, esa “élite extractiva”, anuncia promesas electorales que una vez en el poder olvida, que en aras del bien común favorece megaproyectos (casinos, ciudades de las artes, monumentos a la incertidumbre) con el dinero de todos, creando despilfarro y corrupción.

Creo que es el momento de favorecer a partidos ahora minoritarios que propugnan un cambio de la ley electoral, cambios estructurales profundos y que, al menos, podrían desenmascarar este entramado que la casta actual ha creado.

Si voto, nunca sé a quién voto. No tengo un representante al que pueda acudir, los programas son incumplidos impunemente y las grandes instituciones del Estado bailan en torno a esta casta. Y entre ésta y la sociedad civil hay un gran abismo.

A la sociedad civil sólo nos queda seguir organizándonos para resolver nuestros problemas diarios. ¡Ah! y eso sí, el poder de la prensa.— José Pidre. Madrid.

El artículo de Molinas (EL PAÍS, 9/9/2012) tiene razón cuando escribe que un cambio del sistema electoral no sería una “bálsamo de Fierabrás” para la democracia española. De hecho, un sistema mayoritario crearía más problemas de legitimidad a la clase política.

Mire el ejemplo del Reino Unido: en la decada de los ochenta, el gobierno de Margaret Thatcher consiguió más del 50% de diputados en el Parlamento británico con menos del 50% de los votos.

Su gobierno hizo cambios enormes en la sociedad sin checks and balances, que la mayoría de la población no los quiso. Si pasara en España, es posible que la reputación de los políticos españoles empeorara más.— Peter Berry. Bilbao.