El futuro de la belleza
Traducción de Virginia Solans del original de Rose Skelton ya publicado aquí.
Dakar es una ciudad donde los sueños y la suciedad se mezclan libremente. Donde el glamour, la vanidad y la basura conviven pasando inadvertidos. En el casco antiguo del centro de la ciudad, en ese lugar que sus habitantes llaman “el valle de la cebolla”, donde los camiones descargan cebollas a primera hora de la mañana y los hombres empujan sus carretillas cargadas de ellas para venderlas en los mercados de la ciudad, una mujer camina de puntillas con unos preciosos zapatos puntiagudos de charol y tacón dorado, sobre los restos de cebollas que han dejado los tenderos, apartándolos. Viste igual que todas las mujeres de Dakar, con un vestido hecho a la medida delicadamente bordado y una tela de vistosos colores enrollada en la cabeza. No parece que le molesten ni la suciedad ni los montones de basura que hay en las calles.
Omar Diop, cuyos trabajos se exponen en el festival Les Rencontres des Arles, uno de los pináculos del circuito fotográfico internacional, y pronto serán vistos también en el festival de fotografía de Bruselas, quería dar su opinión sobre la cuestión del medio ambiente y el desarrollo sostenible. “La gente se ha vuelto insensible a este tema porque lo están oyendo constantemente”, dice en su casa en Dakar. “Todos sabemos de sobra que no es nada bueno utilizar en exceso los plásticos y tirarlos a cualquier sitio. Durante los últimos veinte años hemos oído estos mensajes constantemente. De verdad creo que es lo mismo que ocurre con las advertencias sobre la salud de las cajetillas de cigarrillos. Cuando la gente lee estos consejos ya no les hace ni caso, lo que quiere decir que probablemente estos avisos tendrían que cambiar”.
Y por eso se dedicó a hacer una serie de fotografías titulada “Fashion 2112” en las que una joven modelo viste ropa realizada totalmente con basura y otros objetos que encontró en su cocina. En un clásico posado al estilo de Vogue, la modelo lleva un vestido hecho con el cartón de una caja de ginebra. En otro, la modelo mira de modo seductor a la cámara con un vestido fabricado con bolsas de papel y botellas de plástico vacías. En la cabeza se ha puesto un elegante tocado hecho con estropajos, trapos y pinchos para la barbacoa de madera. En otra de las imágenes, la modelo aparece muy glamurosa con una tela sobre su cabeza de color naranja y dorado. En realidad es una bolsa de cebollas que encontró en la cocina de su madre. “La he lavado cinco veces” afirma riéndose, “pero todavía huele a cebolla”. Como resultado ha obtenido unas imágenes muy brillantes, que muestran a una mujer con un maquillaje sutil y un fabuloso peinado en total contradicción con su contenido: una mujer vestida con basura.
“Mi proyecto se basa en los tipos de belleza que habrá en el futuro”, afirma Omar. “He intentado imaginar qué consideraríamos elegante si desaparecieran todas esas cosas que en la actualidad valoramos. Si viviéramos en un mundo donde ya no hubiera oro, ni algodón, ni perlas”. Su intención no es hablar solamente del medio ambiente, sino de la forma en que consumimos los productos. “Tiene que haber otras maneras de consumir y valorar los productos que tenemos. ¿Cómo sería entonces la moda? Por eso me he puesto a imaginar a una mujer elegante en 2112 vistiéndola con cosas que normalmente llamamos desperdicios…”
Con todo ello Omar quiere utilizar los mismos códigos visuales que vemos en las revistas del gremio. “Si además pongo todo muy bonito y sexy, creo que conseguiría cambiar la actitud de la gente y llamar su atención. No deseaba hacer un documental porque me parece que sería darle un enfoque tenebroso al tema y además lo vería poca gente. Quería experimentar con nuevas formas de expresión, hablar sobre algo que no es divertido pero sí real como es el problema del desarrollo sostenible en nuestro planeta”.
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