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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Ser o no ser positivo

Lola Huete Machado

John Ongare ni se inmuta. Él, con 60 años, y su esposa Jane Adanambo, de 49, van a ser evaluados por los monitores del CDC (Centers of Disease Control and Prevention), importante y bien dotada organización estadounidense, que tiene su cuartel general en Kisumu, la tercera ciudad más grande de Kenia (39 millones de habitantes), provincia de Nyanza. De aquí procede la familia del presidente Obama. Por aquí estuvo en visita multitudinaria cuando era senador.

Unos cinco millones de personas viven en esta esquina del oeste del país, con orilla al Lago Victoria, de las más empobrecidas, adonde hemos llegado de la mano del IRP (International Reporting Project).

Las enfermedades infecciosas parecen hasta deportivas por aquí, compiten entre sí sin descanso. Hay más de todo que en otras partes: el sida que no cede, la malaria que ha crecido hasta convertirse en un misterio insondable, la tuberculosis que nos devuelve a otras épocas.... Pobreza y enfermedad por doquier. El personal de Centers of Disease Control and Preventions (CDC), que nos acompaña, monitoriza a unas doscientas mil personas del lugar en busca del virus del VIH, la tuberculosis, la malaria y otras. Encontramos mucha miseria pero también historias de éxito que conmueven.

Encontrar a quien tiene la solución a un problema sanitario en el sitio y momento justo es fundamental para la vida en esta esquina del mundo: porque no hay centros médicos suficientes ni medios de transporte adecuados, en la carretera apenas se ven vehículos... Hay hasta quien, como Josphina Atieno, perdió a sus dos hijos gemelos un día, antes de poder llegar a la clínica más cercana, tal como nos cuenta ella misma y confirma la enfermera Mary Owidhi. Parió sola en medio de la nada.

La lucha del personal del CDC es diaria, concienzuda, imprescindible. A las órdenes del organismo está Kayla Laserson (directora), un fenómeno en sí misma. De ella hablaremos más adelante.

Participamos en una de las visitas de prevención y control que realizan regularmente. Se trata hoy de esta pareja que habita en Lwala Village, en el distrito de Gem. El fin es comprobar si están infectados o no con el virus del VIH usando un test rápido. Basta un pinchazo y se sabrá. Este es el procedimiento.

El equipo formado por Laban Awando y Leah A.Ogonda, cargado con el material necesario, avanza entre la vegetación en busca de la vivienda, un grupo de chozas de cemento coronados con techos de paja alrededor de una era. La senda es estrecha. El paisaje rural, hermosísimo. La vida, precaria. Aquí no hay nada occidental, salvo un teléfono móvil que John agarra fuertemente en su mano.

El trabajo de control y prevención del CDC es inmenso. Regularmente rastrean un territorio, casa por casa. Además de muchas preguntas para saber sobre el estado de salud general de las familias, se les realizan distintas pruebas. Una de las más importantes, la de detección del virus del VIH cuya enfermedad, el sida, es la principal causa de muerte en el país, un 38% (como se sabe la pandemia afecta a unos 35 millones de personas en el mundo).

Para que se hagan idea, los males respiratorios están en segunda posición en ese ranking del top ten del país y representan el 10%.

He aquí la casa de Jane y John Ongare. Han tenido siete hijos, tres de ellos han muerto. John, agricultor, asegura que ha construido todas y cada una de las dependencias para la familia con sus propias manos. Y se las mira.

John no parece un hombre fácil, no. Impone su seriedad. Pero decide participar en la prueba de detección y firma de su puño y letras los papeles necesarios, una vez que el monitor les ha leído el protocolo entero en su lengua y les ha preguntado sobre los métodos que usan habitualmente para prevenir el contagio. Responde breve y escucha, concentrado toda explicación. Se deja hacer.

Sólo hay una mesa y dos silla en la sala, ropa colgada del techo, un gato que duerme en lo alto. Y tres pósters, uno de ellos sobre Gadafi alabado como líder. Otro contra las actividades de la Corte Penal Internacional en La Haya y el tercero, con Osama Bin Laden, cual Dios. Jane no sabe leer ni escribir. Laban le coloca tinta en su dedo pulgar para que firme. Se oye un bebé llorar a lo lejos. Uno de sus nietos.

El monitor usa un test rápido de detección del virus. Un pinchazo, un poco de sangre y un rato de espera. En ese entreacto, el monitor explica a la pareja que el mejor método de prevención es el preservativo y, sin dudar un segundo, saca un modelo de pene enorme de plástico de su mochila. A continuación se pone a explicar cómo se coloca tal cosa, sin escatimar detalle.

La familia pertenece a la tribu luo (se cuentan más de cuarenta tribus en todo el país). En ella no se circundida a los niños por sistema como sucede en otras. Los del CDC comentan que en todo el país, n general, se está promoviendo tal práctica masculina, la circuncisión, como método de protección ante la transmisión del virus. Un 60% menos se produce, dicen, en hombres circuncidados. Volveremos sobre el asunto.

Pasado el tiempo de espera, unos 15 minutos, el resultado de la prueba es negativo (en tal caso tiene prácticamente un 100% de fiabilidad; si hubiera sido positivo, habría que confirmar con análisis de sangre de rigor). La pareja se muestra feliz. Jane se ríe divertida. ¿Qué han hecho para que esto tenga final feliz?, les pregunta el monitor. "Fidelidad", responde él veloz.

El equipo volverá dentro de un tiempo para repetir el procedimiento.

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Sobre la firma

Lola Huete Machado
Jefa de Sección de Planeta Futuro/EL PAÍS, la sección sobre desarrollo humano, pobreza y desigualdad creada en 2014. Reportera del diario desde 1993, desarrolló su carrera en Tentaciones y El País Semanal, con foco siempre en temas sociales. En 2011 funda su blog África no es un país. Fue profesora de reportajes del Máster de Periodismo UAM/El País

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