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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Egipto, polarizado

La primera vuelta de las presidenciales obliga a optar entre un exmilitar del régimen de Mubarak y un islamista, y deja a liberales y centristas sin candidato

La campaña para la segunda vuelta de las presidenciales egipcias, el 16 y 17 de junio, corre el riesgo de polarizar el país entre un futuro islamista desconocido o una vuelta al pasado del régimen de Mubarak. Los ciudadanos de Egipto tendrán que optar entre Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq, exgeneral y último primer ministro del raís al que describe como “modelo”.

Todo sin saber de qué poderes va a disponer el próximo presidente, pues la nueva Constitución no está redactada. En el trasfondo sigue mandando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que se ha comprometido a dejar el poder, lo que está por ver. Los perdedores de la primera vuelta de las presidenciales egipcias son los que desde la plaza cairota de Tahrir impulsaron la revolución que hizo caer a Mubarak. De cara a la segunda vuelta, no quedan en liza sus opciones liberales o centristas que, sin embargo, han sumado un 40% de los votos el 23 de mayo.

No son los resultados que Occidente, ni muchos egipcios, esperaban, aunque no por ello dejan de ser menos democráticos. Las primaveras árabes no están llevando a democracias a la europea, sino (salvo las muy sospechosas argelinas) al triunfo de los islamistas, que en su versión de Hermandad Musulmana o salafismo, ya ganaron las legislativas en Egipto. Los islamistas y los militares, desde siempre enfrentados en Egipto, son los mejor organizados.

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En estas presidenciales solo ha votado un 46,2% del censo, mientras que en las parlamentarias participó un 62%. Con un 25,3% y 24,9%, respectivamente, de los votos expresados, los dos candidatos que pasan a la última ronda suman solo la mitad del electorado. El resultado muestra que el régimen de Mubarak no está acabado aunque sí el que lo personificó. Su triste mensaje sigue siendo: o un exmilitar o los islamistas. Aunque gane quien gane, va a tener que afrontar una situación económica desastrosa.

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