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La voz de Hollande suena joven y comprometida

Najat Vallaud-Belkacem, nacida en Marruecos y de abuela española, trabajó con Ségolène Royal, la expareja del presidente

Najat Vallaud-Belkacem, portavoz del Gobierno de François Hollande.
Najat Vallaud-Belkacem, portavoz del Gobierno de François Hollande.LIONEL BONAVENTURE (AFP)

Ella misma lo admite. Su historia es tan redonda que parece un producto de márketing elaborado por una empresa de comunicación o por un guionista de Hollywood. Nacida en Marruecos, educada en los suburbios de Amiens (norte de Francia) y nacionalizada francesa cuando alcanzó la mayoría de edad, Najat Vallaud-Belkacem, con apenas 34 años y madre de dos gemelos, es la nueva portavoz del gobierno socialista francés. Arrastra a su pesar la triple etiqueta de mujer, joven y de origen extranjero, pero lleva una década forjándose una merecida legitimidad política.

Fue una de las voces de Ségolène Royale durante la presidencial de 2007 y repitió en la del presidente recién electo François Hollande. Sin sorpresas, se ha impuesto como una de las figuras claves del Ejecutivo, el primero paritario de la historia de Francia, en el que asume también el nuevo ministerio de los Derechos de las Mujeres.

La segunda de siete hermanos, nieta de una española y una argelina, Vallaud-Belkacem nace en la pequeña aldea de Beni Chirek, cerca de Nador. Su padre emigra solo a Francia para trabajar como obrero de la construcción. Cuando ella tiene cuatro años, la familia se reúne con él en las afueras deprimidas de Amiens, en el norte de Francia. Allí estudia Derecho, antes de descubrir la existencia del Instituto de Estudios Políticos de París, tierra de cultivo de la élite francesa, donde se licencia también. En la biblioteca de la facultad conoce a su futuro marido y padre de sus gemelos de tres años y medio, Boris Vallaud, ahora director general de servicios del Consejo Regional de Saône-et-Loire,en el centro del país.

Su compromiso social la lleva a militar en el seno de asociaciones locales desde jovencita, pero la política no era una evidencia para ella. En casa no se hablaba de política, salvo cuando aparecía en el televisor Jean-Marie Le Pen, fundador y entonces líder del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN). Es precisamente el terremoto político del 21 de abril de 2002, cuando Le Pen pasó a la segunda vuelta de las presidenciales dejando en la cuneta al socialista Lionel Jospin, lo que la motiva para dar el paso y afiliarse al Partido Socialista. “Continuar con mi vida como si no hubiera ocurrido nada y dejar que fueran los otros los que hicieran política, de repente, me pareció inconcebible”, relata en su libro Raison de Plus!, publicado por Fayard el pasado mes de marzo.

Empieza entonces su largo recorrido. En 2003 integra el equipo municipal de Lyon (este) y al año siguiente, es elegida en las regionales de Rhône-Alpes. A finales de 2006, durante un vuelo a Oporto en el que coincide con la recién elegida candidata socialista Ségolène Royal, deja de lado su timidez y se ofrece a ella para lo que haga falta. Royal no lo duda y la convierte en una de sus tres portavoces, por lo que se da a conocer a nivel nacional. Pese a la derrota, sigue su recorrido a nivel local y asume el puesto de secretaria nacional del partido para cuestiones sociales, ampliando sin cesar su experiencia, hasta ser reclutada por el equipo de Hollande.

Sus orígenes y su condición de mujer hacen inevitable la comparación con otra personalidad que irrumpió también durante la campaña de 2007 en el otro bando, el conservador de la Unión por un Movimiento Popular, y que luego se convertirá en ministra fugaz de Justicia del Gobierno de Nicolas Sarkozy, y rápidamente caída en desgracia, Rachida Dati.

“Ségolène (…) jamás cedió a la facilidad de hacer de mi la representante en título de la diversidad”, escribe en su libro. “Cuando veo la suerte que se le ha reservado a las estrellas de la diversidad promocionadas por la UMP en 2007, mido el pleno valor de su actitud".

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