Respuesta a Ana de Palacio
Aunque sorprenda no deja ser una buena noticia descubrir que la que fuera ministra de Asuntos Exteriores Ana de Palacio en el Gobierno de José María Aznar cree que los “éxitos del capitalismo no solo dependen de las políticas macroeconómicas y los indicadores económicos, sino que se asientan en el buen gobierno y el Estado de derecho; dicho de otro modo, en un Estado eficaz”. Sorprende por lo que tiene de conversión puesto que durante el periodo en el que estuvo al frente de la diplomacia española su acción se caracterizó por lo contrario, por el incumplimiento de las normas jurídicas internacionales, del derecho internacional, con las que la comunidad internacional se ha dotado para lograr esa “seguridad jurídica” a la que hace referencia en su tribuna (EL PAÍS, 9 de mayo). Hay que recordar que aquellos hechos protagonizados por ella que tuvieron incluso un bochornoso capítulo nada más y nada menos que en la mesa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas estaban basados en mentiras y perseguían esos indicadores económicos a los que hace referencia, beneficios económicos sin importar sus consecuencias —petróleo—, razón más que suficiente para desencadenar una guerra ilegal que solo ha traído inestabilidad y desolación y cuyos efectos afectarán a generaciones. Una decisión que provocó la segunda gran ruptura del consenso básico sobre política exterior en España, como la primera —la adhesión a la OTAN— provocada por decisiones unilaterales de la derecha, y la apertura de un abismo entre la mayoría de Gobiernos europeos de todo signo y la Administración estadounidense con la triste excepción de los inmortalizados en la foto de las Azores. Y sí, nadie quería que Sadam Husein continuara, pero esa no fue la razón de aquella guerra contraria a la legalidad internacional. Años de Gobierno los suyos en los que el “Estado eficaz” que ahora defiende, también, alimentó la desregulación que provocó tanto la crisis financiera internacional como la burbuja inmobiliaria que ha arrasado nuestra economía —hoy son triste noticia otros miembros de aquel Gabinete— y que nos ha llevado a desperdiciar un ciclo económico completo. Estado eficaz, por supuesto, hasta el punto de que, como la señora De Palacio dice, el principal riesgo es “la ausencia del mismo o su mal funcionamiento”, y que exige también que los partidos de Gobierno se comporten como tales, con sentido de Estado, también cuando están en la oposición, cosa que su partido no hizo, por ejemplo, en política internacional, dedicándose a combatir el multilateralismo, a entorpecer la labor del Gobierno anterior cuando hubo problemas que afectan a intereses españoles y a dinamitar desde el más feroz populismo reaccionario la relación bilateral con algunos Gobiernos con los que se mantenían y se mantienen importantes discrepancias pero que gozaban y gozan de plena legitimidad democrática. Esa actitud partidista, en interés propio, no es ajena a algunos de los hechos que relata en su tribuna, que por alguna extraña razón se han producido sin excepción con el nuevo Gobierno del PP. Bienvenida aunque no sé qué dirán en FAES.— Juan Moscoso del Prado.Diputado del PSOE y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal.
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