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Divorcio de oro en Silicon Valley

La fortuna en juego de la exejecutiva de Yahoo! y su marido incluye cinco casas, dos barcos, acciones y otros activos por un valor de 54 millones de euros

Michael Dovey y Susan Decker,  en julio de 2007.
Michael Dovey y Susan Decker, en julio de 2007. MATTHEW STAVER (BLOOMBERG )

Susan Decker fue una de las mujeres más poderosas en el mundo de los negocios. Ocupó el puesto de presidenta de Yahoo! (de 2007 a 2009) en los años en los que el buscador en Internet luchaba por ser competitivo frente a sus nuevos adversarios en la realidad virtual. Ese hecho le convirtió también en una de las figuras más relevantes en Silicon Valley (en el área de la bahía de San Francisco), la cuna de las grandes firmas del sector tecnológico. Pero en los últimos cinco años, esta ejecutiva de 49 años ha sido además protagonista de uno de los divorcios más agrios de los que se recuerdan en California.

En juego, cinco propiedades inmobiliarias, acciones, efectivo y otros activos por valor de 71 millones de dólares (54,1 millones de euros). Tras una larga e intensa batalla legal con su exmarido Michael Dovey, banquero de inversión y tres años mayor que ella, ha acabado el culebrón multimillonario. Y ya puestos a poner las cosas en contexto, los papeles que certifican la ruptura definitiva de la pareja y el reparto de bienes, aprobado ya por la magistrada del tribunal superior del condado californiano de Marin, se comparan con el Tratado de Versalles.

El pacto llegó justo antes de comenzar un juicio que podía ser muy sucio, a tenor de la agresividad mostrada por la pareja durante el litigio. Los dos se conocieron en la Escuela de Negocios de Harvard. Se casaron en 1992 y durante los 15 años que duró el matrimonio, además de amasar una importante fortuna, tuvieron tres hijos. La ruptura llegó en 2007. Ese año, Decker fue ascendida a presidenta del buscador rival de Google. La ejecutiva dimitió de su cargo dos años después.

Entonces, se juntaron dos grandes contratiempos. Y a los problemas en su vida personal se sumaron los problemas de Yahoo!. La batalla legal por su divorcio subió de tono cuando una de las cartas enviadas por sus respectivos abogados saltó a la luz y reveló que Decker tuvo una relación extramatrimonial, puso micrófonos ocultos en la propiedad que tenía en Laguna Beach y tomó drogas. Como arma arrojadiza, Dovey también fue acusado durante el proceso de haber consumido estupefacientes.

En juego, además de la fortuna, estaba la custodia de los hijos (ahora tienen entre nueve y 14 años de edad). Eso fue lo primero que resolvieron antes de meter mano al reparto de activos. De acuerdo con la información que manejaba el tribunal, la pareja tenía en propiedad —y sin hipoteca— una mansión de cinco millones de dólares (3,8 millones d euros) en el exclusivo barrio de Belvedere; la antes mencionada casa en Laguna Beach valorada en seis millones (4,5 millones de euros); dos más en el lago Tahoe, de dos millones (1,5 millones de euros) y una parcela en Napa. También en juego, dos barcos, cinco motos y nueve horas en jet privado.

Dovey, que se retiró joven, llegó a solicitar a Yahoo! que le entregara todos los mensajes de correo electrónico y otros registros que tuviera de su mujer para apoyar su causa. Los abogados de la expareja dicen que sus clientes ya tienen todo resuelto y que no tienen intención alguna de hablar. El texto final del compromiso es de 15 páginas. “¿Tengo que ponerme peluca?”, dijo la juez Verna Adams tras el comentario de uno de los abogados comparando el acuerdo con el tratado de paz, que se firmó al final de la Primera Guerra Mundial entre Alemania y los países aliados.

Como subrayó Adams, terminaron por actuar como adultos y dictar ellos el destino de sus propias vidas, no una persona desconocida con toga en el espacio frío de un tribunal. Al final, la propiedades en Belvedere y Laguna Beach serán vendidas. También el abono de 260.000 dólares (197.000 euros) al club de golf de Shady Canyon. El dinero que se recaude se repartirá a partes iguales, como procede en estos casos. Cada parte correrá a cargo de sus propios costes legales y se comprometen a crear un fondo para su hijos de dos millones. Y concluyen lamentando que las cosas llegaran a ponerse tan feas

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