Grecia ante el precipicio
La Unión Europea sigue empeñada en su intento de atajar la crisis de la deuda a través de recortes y duras medidas de austeridad. Y mientras, hay un pueblo, el griego, que se siente maltratado, abandonado; y que está perdiendo la esperanza sin que esto parezca importar al resto de socios de la UE.
Es cierto que Grecia falseó sus presupuestos, que gastó más de lo que debía. También es cierto que el fraude fiscal allí campa a sus anchas. Pero ya no se trata de eso. Se trata de la supervivencia de Grecia como país desarrollado, y ante todo, de una sociedad que está perdiendo la fe en sí misma y en la UE. Rebajas de sueldos de hasta el 40%, subida de impuestos, un paro en crecimiento, y una grave recesión
El PIB tiene cuatro componentes: consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas. Pues bien, con las medidas de austeridad exigidas, no sólo se hunde el gasto público, sino que también se ven gravemente afectados el consumo y la inversión. Lo que le estamos pidiendo a Grecia es que renuncie al crecimiento económico y al bienestar social por un periodo de tiempo indeterminado. Es decir, le pedimos la involución social.
La disyuntiva es clara. Podemos dejar que Grecia caiga haciendo pagar a todo su pueblo por la desfachatez de sus políticos, o bien presentamos un verdadero plan de ayuda que junto a medidas como la lucha contra el fraude fiscal y un mayor control de sus presupuestos, incluya medias de estímulo y de apoyo a su economía. ¿De verdad vamos a empujar a Grecia por el precipicio?— Ricardo Francés Tortosa. Alicante
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