Participaciones preferentes
Soy uno de los cientos de miles de damnificados por el asunto de las participaciones preferentes y otros activos tóxicos endosados a particulares por Bancos y Cajas españolas. En mi caso eran los ahorros de toda la vida, que transformé en participaciones preferentes en 2009, confiando en el buen hacer del director de mi oficina bancaria, una buena persona, por lo demás. No me enteré hasta diciembre de 2011 de qué tipo de producto había contratado, cuando supe que no podía tocar mi dinero. En enero de 2012 me vi obligado a convertir las participaciones preferentes (un producto ya muerto) en productos de deuda subordinada de alto riesgo, cuando yo soy un modesto jubilado muy cauteloso en cuanto a correr riesgos con el dinero.
Pido desde aquí a las autoridades económicas y gubernamentales que tomen cartas en el asunto y obliguen a las entidades bancarias a recomprarnos las participaciones preferentes (o los productos tóxicos de sustitución) como ha hecho Cajasur; o, cuando menos, a cambiarlas por depósitos a plazo.— S. Martínez.
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