Citas con las flores: los 20 mejores lugares para recibir la primavera
Queda poco más de una semana para el comienzo de la primavera (el 20 de marzo), pero las florecillas campestres ya pugnan por llamar nuestra atención (y hacernos estornudar).
1.- Quinta de los Molinos, Madrid (España).
Mil quinientos almendros obran el milagro: un bosque nevado al final de la madrileña calle de Alcalá, en el parque de la Quinta de los Molinos. La magia dura poco, aunque si os acercáis hoy o mañana todavía podréis disfrutar de su efímera belleza.
2.- Mojave, California (EE UU).
Bastan unas gotas de lluvia primaveral para que el desierto californiano de Mojave (EE UU) se cubra de brillantes (fluorescentes) amapolas de color naranja, la flor oficial del Estado de California. La reserva de amapolas californianas de Antelope Valley cubre una superficie de más de 700 hectáreas, con una red de senderos para recorrerla a pie.
3.- Umbría y Toscana (Italia).
Sobre colinas ondulantes como Monica Bellucci crecen florecillas franciscanas. En Umbría y la vecina Toscana, un paisaje de cipreses y amapolas imita el de los frescos de Giotto o Boticelli.
4.- La campiña segoviana (España).
No hace falta viajar hasta Italia para ver campos floridos y castillos de cuento, como los de Coca o Turégano. La suave campiña segoviana, con su oleaje verde de cereal y amapolas se transforma en el mes de marzo en una fiesta para la vista.
5.- Santuario de Yasukuni, Tokio (Japón).
La devoción de la cultura japonesa por lo efímero y lo bello se sublima en la flor del cerezo -sakura, en japonés-, de pétalos blancos o rosáceos y breve vida: apenas dos semanas de abril o marzo. En los parques de Tokio, Osaka, Kioto, Nagoya, y en especial en el Santuario de Yasukuni de Tokio.
6.- Washington D. C. (Estados Unidos).
En 1912, el alcalde de Tokio donó 3.000 cerezos japoneses a Estados Unidos. Hoy flanquean los monumentos y riberas del río Potomac en Washington, que cada año celebra su Cherry Blossom Festival, el festival de los cerezos en flor, para recordar la complicada amistad entre ambos países.
7.- Keukenhoff y Haarlem (Holanda).
En los jardines de Keukenhoff, en Lisse, Holanda, florecen cada año entre mediados de marzo y mediados de mayo más de cuatro millones de tulipanes de un centenar de variedades diferentes, junto a otras especies bulbosas como los jacintos y los narcisos. Este año, además, está la Floriade 2012, una enorme exhibición de flores, plantas, árboles y hortalizas que abrirá del 5 de abril al 7 de octubre en un polder (lago desecado) de Haarlem, cerca de Ámsterdam, y no se volverá a celebrar hasta dentro de 10 años.
8.- Dehesas de España y Portugal.
La primavera arranca con ganas en las dehesas de ambos lados de la Raya, la frontera entre España y Portugal, un estallido de verde y flores silvestres que invita a pasear por espacios naturales como Monfragüe, en Cáceres; Cornalvo, en Badajoz, o la portuguesa sierra de San Mamede, en el Alentejo. Y la vía verde de las Vegas del Guadiana y las Villuercas, entre Logrosán (Cáceres) y Villanueva de la Serena (Badajoz), se abre camino por un paisaje de encinares, humedales y campos de labor.
9.- Pradera de Niewoudtville, Western Cape (Sudáfrica).
Las colas de gato, plantas del género Bulbinella con vistosas flores amarillas de sutil y punzante aroma, alfombran, junto a otras muchas especies diminutas y olorosas las praderas de Niewoudtville, un parque natural dedicado a las flores salvajes en la provincia sudafricana de Western Cape, a 355 kilómetros al norte (unas cuatro horas de carretera) de Ciudad del Cabo. Otro hito surafricano: Namaqualand Un pero: en Sudáfica está a punto de comenzar el otoño austral. Paciencia.
10.- Via Appia Antica, Roma; Campo Imperatore (Italia).
Basta cruzar la puerta de San Sebastiano para que el trasiego de turistas, coches y motorinos de la capital italiana deje paso al silencio que acompaña los restos de la Via Appia Antica por una campiña salpicada de cipreses, columbarios y amapolas. En Campo Imperatore, un prado alpino del Gran Sasso a una hora y media en coche de Roma, crecen más de 300 especies autóctonas, entre ellas el raro edelweiss de los Apeninos.
11.- Kannauj, Uttar Pradesh (India).
En Kannauj, una antigua ciudad en las planicies del Ganges a su paso por Uttar Pradesh, al norte de India, el proceso de elaboración de perfumes se mantiene como hace siglos: millones de pétalos se secan (proceso que refleja la fotografía) y se maceran, y luego se destilan en viejos alambiques de barro hasta extraer el alma olorosa de las flores. Los aceites esenciales se venden en los mercados locales o son exportados a las industrias de Occidente.
12.- Sierra de Gredos, Ávila (España).
El piornal en flor es uno de los acompañantes de los paseos primaverales por la montaña. Sus flores de amarillo intenso y su olor aromático le hacen inconfundible, aunque en muchas zonas de España, como en la sierra de Gredos (Ávila), se llama también piorno a una amplia variedad de especies similares de leguminosas, incluidas retamas, escobas, aulagas y cambrones. La floración del piorno se mantiene hasta bien entrada la primavera en Pirineos, Guadarrama, la sierra de Gredos, la cordillera Cantábrica y Sierra Nevada. En la cara norte de la sierra de Gredos existe un piornal de 5.200 hectáreas compuesto por 12 especies diferentes, entre las que destaca el piorno serrano, con intenso olor a vainilla.
13.- Los Cotswolds (suroeste de Inglaterra, Reino Unido).
Millones de narcisos salvajes cubren en las primeras semanas de abril la comarca de los Cotswolds, en el suroeste de Inglaterra. Del pueblo de Dymock parte el Daffodil Way, un sendero circular que recorre el valle de Leadon. Por allí se halla también Hidcote Manor (en la foto de abajo), uno de los jardines ingleses más imitados, creado hace más de un siglo por el paisajista Lawrence Johnston.
14.- Provenza (Francia).
La alegre sensualidad de la primavera provenzal se materializa en los colores que sedujeron a Van Gogh y a Cézanne, en la fragancia de millones de pequeñas rosas centifolias que en mayo sumergen la villa medieval de Grasse, a 50 kilómetros de Niza y 190 de Marsella, "en una niebla invisible, dulce como la crema", como escribe Patrick Süskind en su novela El perfume. En junio le llega el turno a la lavanda.
15.- Valle de las Flores (India).
En los contrafuertes occidentales de los Himalayas indios se esconde el Valle de las flores, integrado en el parque nacional de Nanda Devi. Sus prados alpinos son el jardin privado de osos tibetanos, leopardos de las nieves y ciervos almizcleros, que campan a sus anchas entreorquídeas, amapolas, prímulas, caléndulas, margaritas, anémonas, abedules y rododendros.
16.- El bosque azul de Halle, cerca de Bruselas (Bélgica).
Jacintos salvajes, de un denso color azul, tapizan en abril el bosque de Halle, al sur de Bruselas.
17.- Patios de Córdoba (España).
El mes de mayo llega a Córdoba envuelto en la fragancia de los geranios y el azahar. Al Concurso Popular de Patios, Rejas y Balcones, que se celebra del 2 al 13 de mayo, se suman las rutas guiadas por las casas con patios de los barrios de San Basilio, San Lorenzo, San Agustín y la Judería.
18.- Islas Azores (Portugal).
Nueve islas para empaparse de paisaje verde, hortensias y azaleas.
19.- Valle del Jerte, Cáceres, y La Hoya de Huesca (España).
En España, la floración de los cerezos tiene como escenario más conocido, aunque no es el único, el valle cacereño del Jerte, que deja paso a finales de primavera al espectáculo de los árboles cuajados de frutos maduros, cuando las plantaciones de cerezos de Aragón, Extremadura y Valencia se tiñen de rojo intenso en lugares como la comarca de La Hoya de Huesca.
20.- Jardines botánicos de la Costa Brava, Girona (España)
En la comarca gerundense de La Selva, en un tramo de costa de cuatro kilómetros, se encuentran los tres primeros: Mar i Murtra (Blanes), Pinya de Rosa (Blanes) y Santa Clotilde (Lloret de Mar). En la cercana Palafrugell, los jardines del Cap Roig dominan el mar desde terrazas cultivadas con especies que un matrimonio de exiliados rusos fue trayendo de sus viajes, a partir de 1927.
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