Ruby vende su papel de madre para alejarse de Berlusconi
La velina que participaba en las fiestas sexuales de 'Il Cavaliere' cuando era menor, presenta a su niña y anuncia su inminente boda con su novio Luca Risso
El caso Ruby es un asunto muy sucio, por mucho que la prensa rosa italiana se empeñe en lavarle la cara con agua y jabón. Ruby es el sobrenombre de una joven bailarina marroquí llamada Karima El Mahroug que, según sus propias palabras interceptadas por la policía, participaba en las fiestas sexuales de Silvio Berlusconi desde que tenía 16 años.
La relación se descubrió a raíz de que la muchacha fuese detenida por robar joyas y dinero a otra prostituta. La noche del 27 al 28 de mayo de 2010, el propio Berlusconi —todavía primer ministro— telefoneó personalmente a la comisaría central de Milán para asegurar que Ruby era “sobrina” de [el entonces presidente egipcio] Hosni Mubarak y debía ser “confiada” a Nicole Minetti, otra joven amiga suya, a la sazón consejera de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), en Lombardía.
La fiscalía mantiene imputado a Berlusconi, de 75 años, por los delitos de prostitución infantil agravada y abuso de autoridad. El caso es que Ruby intenta lavar su nombre apareciendo como una muchacha corriente, “de agua y jabón”, feliz madre reciente de una niña a la que acaba de presentar en una revista.
Pero aunque Ruby aparezca ahora de vaqueros y sin maquillaje junto a sus amigos de Sicilia, contándoles que quiere viajar a México, lejos de las cámaras, para iniciar una nueva vida junto a su novio, Luca Risso, con el que pretende casarse en breve —empresario de salas de fiesta— y su bebé, su nombre retrotrae a una época tan cercana como oscura de la vida de Italia.
La que, con Berlusconi en el poder, se surtía de personajes abominables de vida abominable. Los que, protegidos por el poder de la más alta silla de la República y del dinero de uno de los hombres más ricos de Europa, hacían bailar al son de sus deseos a una corte de jóvenes muchachas como Ruby, algunas de ellas—según la fiscalía— en la frontera de los 18 años.
La tal Nicole Minetti, la exhigienista dental que atendió a Berlusconi tras la agresión sufrida en la plaza del Duomo de Milán —en diciembre de 2009— y que luego se convirtió en una reclutadora de muchachas. El inefable Lele Mora, otro coetáneo de Berlusconi aficionado al alquiler de muchachas sin importarle precio o edad. Un tiempo que, dada la velocidad de los hechos que está viviendo Italia y el tono tan distinto impuesto por Mario Monti, parecen lejanísimos, pero que están a la vuelta de la esquina.
Una esquina —la de la prostitución de menores y el mal uso del poder— por la que aún tendrá que pasar Berlusconi, por mucho que las leyes a su medida aprobadas cuando estaba en el poder le hayan conseguido librar de algunos juicios. No así con el caso Ruby. Si nadie lo remedia, el poderoso viejo verde no tendrá más remedio que volver a sentarse muy cerca de la jovencísima marroquí.
Ni los maniobras de distracción de la prensa lograrán despistar a la audiencia sobre la gravedad de los hechos. Un primer ministro mintiéndole a la policía para que dejen en libertad a una prostituta menor de edad.
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