Koolhaas también reinventa el teatro
FOTO: OMA
“¿Por qué, en los últimos 100 años, las mejores obras de teatro se han interpretado fuera de los teatros? ¿Puede la arquitectura trascender su sucio secreto: la inevitabilidad de establecer los límites de lo que es posible?”, se preguntó Rem Koolhaas en la ceremonia de la primera piedra del ya bautizado como Superteatro de Taipei. Que el arquitecto holandés lance una pregunta retórica aparentemente autocrítica es un aviso. Significa que ha dado con la fórmula para proponer un cambio radical que, por el hecho de ser cambio, quiere desacreditar y anular, cual bulldozzer, todo lo que antes existió.
Algo así sucedió en Taipei. Tras acusar a los teatros del siglo XX de perpetuar salas similares con idéntica capacidad, un sistema de palcos que delata estratificación social y buscar el espectáculo en la calle, Rem Koolhaas aseguró que en Taipei otro tipo de teatro era posible. No dijo que su propuesta fuera más democrática, pero sí que su icono, en forma de esfera gigante estrellada contra un cubo, no es un espectáculo buscado sino una consecuencia de una revolución interior. En otras palabras, se justificó. ¿Cuál es, en cualquier caso, esa revolución interior? El gran cambio se apoya en dos patas. La primera permite sumar los escenarios y las plateas de tres teatros independientes, uno de 1.500 plazas y dos de 800. “Ofrece la libertad de lo indefinido y las ventajas de lo específico”, explican en el estudio OMA. La segunda es la entrada de la calle en el teatro. Una vía pública permanentemente abierta permitirá que cualquiera –incluso la gente sin entrada- pueda pasearse por dentro del teatro para contemplar zonas habitualmente apartadas de la vista de público como las bambalinas o las tramoyas. El teatro será así teatral 24 horas al día.
El resultado es, en palabras de Koolhaas, “el teatro imaginado en una nueva escala”. Y esa descripción es precisa: un escenario que podría llegar a los 100 metros, un aforo que superará los 3.000 espectadores y una marca en la ciudad que explota la geometría básica de una esfera y un cubo atravesados y abrazados por los tubos por los que circulará la gente. Hace años que Rem Koolhaas y su estudio Office for Metropolitan Architecture decidieron que sus edificios iban a perder la fachada. O que iban a ganar muchas, según se mire. En Superteatro de Taipei también cumplirá esa vieja costumbre. Y la nueva, adquirida con el traslado de sus mayores proyectos a Oriente, de la rapidez constructiva. Otro nuevo edificio podría ser de record Guinness. Con 140 millones de euros de presupuesto para levantar los 50.000 metros cuadrados, el TPAC (Taipei Performing Arts Center) quiere acoger su primera “gran representación” en 2015.
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