Siria

La partida por la realpolitik en el convulso Oriente Próximo parece haberse estancado en su jugada más determinante. Ante la sangrienta situación de Siria, el papel de Naciones Unidas vuelve a ser el de tardío defensor de las voluntades populares, si bien la Liga Árabe ha asumido un papel protagónico a diferencia de anteriores ocasiones. En un momento en el que las revoluciones de los distintos países árabes parecen alentar una nueva ola de panarabismo, consecuencia lógica y hasta necesaria a causa de la represión, existe el riesgo de que este sentimiento transmute a algo peor. Algunos dirigentes del Ejército Libre Sirio ya han dejado entrever la proclamación de una Yihad, entendida como el elemento conminatorio para lograr la intervención de Occidente.

Sin embargo, esta especie de Guerra Fría en la que Estados Unidos e Israel intentan inutilizar los lazos de Irán con Hamás y Hezbolá y Arabia Saudí neutralizar el poder de los chiíes, puede desembocar en una verdadera guerra que vaya más allá del farol y el reclamo. Es el riesgo de que cada uno mire solo por sí mismo: si realmente estalla Siria, todos saldrán salpicados.— Sergio Molina Sánchez.