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Cristo, porno y canapé

Al calor de Arco, se reproducen en Madrid las fiestas con coartada artística Asistimos, entre otras, a la inauguración de la exposición de Bruce LaBruce

Topacio Fresh junto con Mario Vaquerizo y su mujer, Alaska.
Topacio Fresh junto con Mario Vaquerizo y su mujer, Alaska.MARTÍN ALEÑAR

La excusa era Arco, pero podría haber sido Madrid Fusión, Cibeles, el Orgullo Gay o la Vogue Fashion’s Night Out, fechas, si se me permite, cada vez más complicadas de diferenciar. Salir, posar, y un poco de lo que los expertos en las lides fotocoleras llaman high and low: mezclar a los hijos de la modernidad capitalina (consolidados o anónimos recién llegados) con ricachonas y gente bien. Polos que se atraen, se gustan, y se ven recíprocamente bien en las fotos.

Hubo un poco de todo. Los bajos del Hotel Puerta de América, donde el promotor Enrique Polanco ha instalado su feria de arte contemporáneo paralela a Arco, JUST MAD, escenificaban el estreno de Ana Botella cortando cintas inaugurales como alcaldesa de Madrid (y dándole al jamón y la torta del Casar). También una entrega de premios del Club de Medios en el Ritz, un desfile de Alejandra Catalán, hija de los Catalán de toda la vida (AC Hoteles), y dos arty-parties simultáneas (a eso de las siete de la tarde) de color y convocatorias antagónicas.

La galerista Topacio Fresh inauguraba en su Fresh Gallery la comentadísima exposición del cineasta y artista canadiense Bruce LaBruce, pornógrafo arty que asegura aborrecer el porno. Y el sector fotogenia del underground madrileño, al que le encanta subir al barrio de Salamanca, atestó una vez más la pequeña sala de la calle conde de Aranda. Había doble motivo: el espacio serviría también de plató televisivo improvisado —bien pertrechado de cámaras y pértigas— para grabar secuencias del reality Alaska y Mario, que prepara su vuelta a MTV.

La pareja, junto a la actriz Rossy de Palma, el actor Pablo Rivero, el diseñador Carlos Díez y la ilustradora Silvia Prada, entre otros, protagonizan Obscenity, la muestra de fotografías en las que LaBruce ahonda en la posibilidad de alcanzar milagros a través del sexo. Un poco de iconografía católica recreada en clave pop e incorrecta, vamos: penitentes, mártires, ángeles malotes, un poco de pecho descubierto y una piedad en la ­que Vaquerizo hace de Cristo yacente; foto que ha provocado su despido como colaborador de la COPE por chocar frontalmente contra los valores que defiende la cadena de los obispos. Entre el gentío y las colas para alcanzar el codiciado y patrocinado gin-tonic premium de rigor, se escuchaba al cesado responder estoicamente la repetida pregunta: “¿Pero, Mario, qué te ha pasado con la COPE?”. La respuesta, aquí.

Bruce LaBruce (derecha), con el fotógrafo de moda catalán Xevi Muntané.
Bruce LaBruce (derecha), con el fotógrafo de moda catalán Xevi Muntané.MARTÍN ALEÑAR

En aras del catódico espectáculo, hubo gritos y aplausos a la llegada de Boris Izaguirre, y también sorprendentes (y comentadas) ausencias de muchos de los retratados. Ninguno de los católicos descontentos con la muestra llamados por el apostolado eucarístico a manifestarse frente a la galería se dio cita anoche.

El pelirrojo LaBruce, cutis brillo caviar, gafa de pasta y mucho más manso que su currículo, fotografiaba y se hacía fan de sus jóvenes fans. Se confesaba encantado y expectante ante una posible financiación para su proyecto cinematográfico, titulado Santo, the Obscene, que pretende rodar en Almería, Barcelona o Madrid y para el que desearía reunir a sus fotografiados españoles bajo una estética y argumento similares.

La noche continuó en el bar Chicote, pero sólo se hablaba de otra sala, Stella. Es la nueva ubicación del Fabuloso Club, garito de la ínclita Silvia Superstar, starlette indie (militaba en las filas de las bandas Killer Barbies y Aerolíneas Federales), dj y experta anfitriona que ha exportado con éxito de su Vigo natal (donde regenta varios locales) su fórmula de punk, surf, soul y estética Russ Meyer.

Con todo, las mejores fotos de la noche aún estaban por verse. Se proyectaban a las 23.00 en la sala de columnas del círculo de Bellas Artes. Alberto García-Alix reunió a sus incondicionales supervivientes de la movida madrileña más turbulenta, cruda y quizás más interesante para presentar su nueva productora, llamada Cabeza de chorlito, con la que pretende incubar futuros proyectos artísticos. Un vídeo mostró una antológica selección de sus mejores instantáneas al ritmo que marcaba el músico y cantante de tangos Daniel Melingo, que le puso el broche emocional a los saraos de una noche rebautizable como Babelia’s Art Night Out.

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