Cuadros raros
¿Cómo reacciona un niño de cuatro años la primera vez que se enfrenta al Guernica, de Pablo Picasso? "¡Qué cuadro más raro!", dice, al ver las figuras imposibles del pintor malagueño. "¡Qué chica más fea!", nos suelta ante un dibujo del genio. "Tiene la cara triangular", oímos ante un nuevo retrato en el que se entremezclan frente y perfil. Vamos a ver "cuadros raros".
Debe de ser inquietante, divertido, sorprendente contemplar un picasso con los ojos vírgenes. Se me ocurre que, hasta cierto punto, la pintura picassiana debe de ser percibida como cercana a la forma de dibujar de un niño. Luego, en el detalle, el pequeño se pierde, probablemente no entiende, simplemente siente. Quizá es la forma sublime de percibir el arte, sin la mediación de toda una vida.
Si alguien quiere saber qué se siente, o mejor, acercarse a imaginar lo que puede pasar por la mente de un niño, puede acercarse a cualquier museo en el que haya colgado algún picasso. Si además quiere que el pequeño se lleve unos retazos del "abuelito" de la camiseta a rayas y lo que hacía, tiene un plan de sábado en los talleres para niños que ha montado en Madrid la Fundación Canal al hilo de la exposición "Picasso. El eterno femenino", en la que podemos contemplar 66 dibujos del pintor creados entre 1927 y 1964 centrados en la figura de la mujer. Además de la exposición, la Fundación ha montado, con Mirarte, una entidad dedicada a "programas educativos y lúdicos de promoción cultural", unos talleres en los que explican a los niños pequeñas nociones sobre quién fue Picasso, qué hacía, cómo pintaba y en los que los pequeños pueden emular al genio creando sus propio busto de perfil sobre cartón.
Evidentemente, los niños, alrededor de una decena, no van a sentarse ante las 66 láminas a que les suelten una charla sobre cada una de ellas. Después de que les enseñen que Picasso era un gran pintor que un día se aburrió de pintar normalmente y que, pensando, pensando, se inventó una forma distinta de plasmar lo que veía -"pintar cosas raras"- solo ante unas pocas los niños se aposentan. Entonces les cuentan que Picasso tuvo una novia, Françoise Gilot, a la que quería mucho y que lo que más le gustaba de ella era su pelo y por eso destaca tanto en sus retratos, apenas unas líneas a veces -"qué cuadro más raro"-, o con ojos distintos -"qué chica más fea". O que luego se peleó con Françoise y finalmente se casó con Jacqueline Roque, que también era muy guapa y que tenía un cuello muy largo que a Pablo le gustaba mucho. Con Françoise y Jacqueline los pequesconocen qué es un perfil, un busto y un retrato de medio cuerpo.
Y de ahí pasan a retratos más complejos, en los que a Picasso se le ocurrió pintar a las personas -mujeres, en este caso- "a la vez de frente y de perfil" -las caras de los críos en este punto reflejan varios signos de interrogación. Y ven que se puede, y que se puede también dibujar una cara sólo a base de figuras geométricas. O que a Picasso también le gustaban otros pintores, como Velázquez, y que por eso tiene su versión de Las Meninas y retratos de mujeres vestidas a la antigua, "con las mangas gordas".Y mientras tanto, se puede disfrutar del resto de la exposición, porque, aunque no lo parezca, los niños están en silencio, hablan cuando se les pregunta y no estorban al resto de personas que se deleitan con los grabados.
Antes de que se den cuenta, han estado una hora contemplando cuadros y escuchando explicaciones. Ahora les toca a ellos. Tienen otra hora, además de pinturas, rotuladores, tijeras y pegamento, para convertirse en maestros de la pintura a partir de unos cartones troquelados. Una pequeña muestra de estas obras de arte salpican este texto. Por cinco euros que cuesta la entrada por persona y hasta el 8 de abril, tenemos una mañana (12.00)o una tarde (17.00) de sábadopara, quizá, descubrir una vocación, un billete a la inmortalidad; para, seguro, pasar un buen rato y deleitarse la vista.
P. D. Mi agradecimiento a los padres que me han permitido ilustrar tan maravillosamente esta entrada. Y también a Elena y Renata, por guiarnos.
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