Una ventana habitable
FOTOS: José Hevia
La masía de Can Creuet fue rehabilitada con una suma de contrarios. Donde había una construcción irregular, los arquitectos Bet Capdeferro y Ramón Bosch optaron por levantar una arquitectura rectilínea. Donde había opacidad, llevaron transparencia, donde había manualidad, opusieron industria, construcción seca frente a la huella artesana.
La rehabilitación de esta casa partió de una petición: la construcción de un porche en la zona que antiguamente había ocupado el ganado. El porche creció, abrió la vivienda al paisaje de la Garrotxa y, finalmente, se convirtió en una gran ventana habitable. A pesar de que el gesto de abrir la ampliación de la masía al bosque fue rotundo, el material empleado para levantar la nueva estructura (zinc) es ligero y de producción industrial. Es fácil colocarlo en seco y Bosch y Capdeferro están convencidos de que su textura lisa y su coloración oscura favorecen la neutralidad de la intervención. Como en otros trabajos, estos arquitectos de Girona buscaron también aquí dar voz a la variabilidad y a la exhuberancia del entorno. Quisieron envolver su trabajo de zinc y grandes paños de vidrio con lo existente, arquitectónico o natural, para que su intervención sumara al lugar una capa más de historia, una huella más en la vida de una casa.
El resultado de yuxtaponer un prisma a una construcción irregular es un juego de profundidades, de exposición y contacto con el exterior, pero también una gradación de niveles de luz, intimidad, recogimiento y hasta temperatura. El porche, con su presencia limpia pero su naturaleza variable con cerramientos y protecciones solares, ofrece una relación escalonada con el exterior. Como apuntan los propios arquitectos: “un contacto graduable entre la casa y el medio, entre la vivienda y el paisaje”. Naturaleza domesticada o vivienda asilvestrada, la reforma de esta masía revela atención, cuidado, decisión y respeto.
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