¿Recuerdan el Foro Social de Porto Alegre?
Esta entrada ha sido escrita por nuestro colaborador en América LatinaASIER HERNANDO. En el nuevo blog de Pablo Gentili, Contrapuntos, podrán encontrar otras entradas muy recomendables sobre el Foro Social de este año.
La Presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, en uno de los actos del FSM 2012. Foto: Iván Trindade (Fórum Temático).
Hace una semana terminó en Porto Alegre, Brasil, la XI edición del Foro Social Mundial. Una de las ediciones que menos cobertura de medios ha tenido, a pesar de una participación cercana a las 40.000 personas. El Foro Social Mundial es el mayor espacio de debate, ideas y propuestas de movimientos sociales, redes y ONG que se oponen al modelo actual de desarrollo y buscan alternativas. Es posiblemente el evento de discusión democrática más interesante que conozco: durante una semana se intercambian experiencias con intelectuales bolivianos o alemanes, indígenas del Amazonas, movimientos estudiantiles de Europa, el 15M, el párroco que lucha contra una empresa minera de una comunidad de Honduras o activistas de DDHH del norte de África. Todos en carpas, con mucho calor y sillas de plástico. Una variedad de personas y de experiencias que por unos días te hacen sentirte parte de un activismo global que se resiste a ser dominado por los mercados y los bancos.
El Foro Social Mundial comenzó hace once años como una respuesta de "los pueblos” al Foro Económico Mundial de Davos, un espacio en el que todavía hoy grandes compañías, bancos y países ricos debaten cómo mantener sus privilegios en un mundo cada vez más complejo. Fue el comienzo de las discusiones sobre la globalización y sus impactos, los zapatistas, la música de Manu Chao, los libros de Saramago y las primeras victorias de presidentes progresistas en la región. El debate se centraba más en cómo resistir que en proponer alternativas. Tuvo impacto en todo el mundo, pero en América Latina fue especialmente asombrosa la energía y esperanza que transmitía.
Desde la primera edición del FSM la realidad ha cambiado en América Latina. Líderes que asistían a Porto Alegre son ahora presidentes y les ha tocado llevar a la realidadlos discursos que daban años antesen las carpas de Porto Alegre. Pero la realidad es muy terca y no está siendo fácil, lo que ha supuesto que se caiga en contradicciones que han generado frustración en movimientos y ONG. La principal de ellas es que, a pesar de la innegable reducción de la pobreza la última década, se ha continuado con un modelo de desarrollo similar al que se criticaba y con las consecuentes injusticias y privilegios de una élite muy poderosa.
Continúa así la desigualdad en el acceso a la tierra, un modelo de producción de alimentos que prima la agroindustria para la exportación a costa de los campesinos, y la minería a costa de los indígenas. Esto ha generado frustración en la región y grandes debates en las últimas ediciones del FSM. Hay acuerdo en la necesidad de realizar propuestas y la época de la resistencia está superada, pero esto es fácil de decir y difícil de hacer, principalmente porque une menos que el “enemigo común”. Como se actúa ante gobiernos en los cuales los ministros son antiguos compañeros que no cumplen -o no pueden cumplir- con su palabra, la discusión es caliente.
Los debates de la edición de este año han estado dominados por las cuestiones ambientales de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), que se realizará en junio de 2012. En concreto, se ha hecho una crítica a la llamada economía verde, principalmente por movimientos e intelectuales bolivanos. Y el debate no es menor, después de los fracasos de las últimas cumbres de cambio climático y el incremento desenfrenado de la extracción de recursos naturales hay preocupación sobre cómo vivirán nuestros hijos cuando pronto seamos 10.000 millones de personas en el mundo y teniendo que producir un 70% más de alimentos prácticamente en las mismas tierras. Este es el debate más importante de nuestra generación y por lo tanto se hace más necesario que nunca la alianza entre presidentes progresistas, con sus contradicciones, líderes de movimientos sociales y ONG internacionales para hacer frente a la voracidad de los mercados y la permisividad de muchos líderes de Europa y Estados Unidos.
A pesar de la dureza de la realidad, no me cabe duda de que la salida no vendrá de Davos sino de Porto Alegre.
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