_
_
_
_
Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel

Maestros del cuchillo

José Carlos Capel

Nadie discute que los quesos han de cortarse con los instrumentos adecuados. La pregunta es cuáles son las herramientas que se adaptan mejor. Está claro que los cuchillos ideales para cortar los quesos de pasta prensada frescos no sirven para los muy añejos. Ni tampoco los cuchillos que se emplean para los de pasta blanda se adaptan bien a los azules de pasta enmohecida que casi tienen la textura del foie-gras. Puestos a ser puristas cada uno debe cortarse con un instrumento determinado.

No digamos cuando se trata de grandes piezas, esas ruedas gigantes como las típicas del Parmesano o el Conté que previamente hay que seccionar en porciones manejables. “Cuando los cortes son limpios las piezas se disfrutan más y saben mejor”, afirma con frecuencia Jesús Pombo ideólogo de Poncelet (www.poncelet.es) tienda que posee una fantástica selección de variedades españolas junto a otras recolectadas en todos los rincones del continente europeo. Piezas artesanas, la mayoría de ellas de leche cruda, que primero se afinan al milímetro y luego se mantienen en cámaras a 11º C con una humedad del 95%. Imposible mejor.

Como en Cheesbar propiedad de esta tienda ofician a la vista varios especialistas en técnicas de corte, tenía mucho interés en ver su demostración el pasado miércoles en el escenario de Madridfusión. Durante 15 minutos cuatro jóvenes cortaron de forma rápida varias piezas valiéndose de cinco instrumentos diferentes. Para el Flor de Esgueva de leche de oveja de curación media emplearon el molinete o girolle, el mismo que en Suiza utilizan para el Tête de Moine, cacharro con el que consiguieron lascas finísimas similares a pétalos enrollados. Para cortar una rueda de roquefort recurrieron a la lira o guillotina, instrumento que realiza el corte con un hilo tenso de acero. La rueda gigante del Conté la trocearon también con un alambre grueso provisto de un anclaje en un extremo y un mango de madera en el otro, nada fácil de manejar.

Cuando llegó el momento del manchego añejo (Don Bernardo) sacaron a relucir un cuchillo de hoja grande y rectangular provista de dos mangos, uno en cada extremo. Y en el momento de cortar un reblochon de pasta blanda el especialista de turno blandió un cuchillo de hoja delgada y flexible. En definitiva, una herramienta para cada variedad. Su trabajo concluyó con una bandeja bien ordenada para que la degustación fuera subiendo en sensaciones e intensidad.

Lo peor es que ahora me enfrento a un conflicto. Como no estoy dispuesto a invertir una fortuna en estos instrumentos, a partir de ahora cada vez que en mi casa corte queso no voy a saber qué cuchillos tendré que utilizar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_