Ana Botella, alcaldesa de estreno

Madrid estrena alcaldesa. Una novedad en una ciudad que hasta ahora solo había tenido alcaldes. Los regidores se han llamado Alberto (Ruiz-Gallardón), José María (Álvarez del Manzano), Agustín (Rodríguez Sahagún), Juan (Barranco) o Enrique (Tierno Galván), por citar a los de la democracia restaurada. Pero antes tampoco hubo mujeres al frente de la ciudad más poblada de España y se llamaron Carlos (Arias Navarro), Juan (de Arespacochaga)...A partir de ahora hay alcaldesa y se llama Ana (Botella).
La nueva regidora recibe de su predecesor, ahora flamante ministro de Justicia, una ciudad endeudada hasta las pestañas: 6.348 millones se deben. La edil Botella, licenciada en Derecho, funcionaria y madrileña del 1953, hereda el cargo por ser la número 2 de la lista electoral. Figuró por primera vez en ese listado con el empujón que supone ser consorte del (entonces) presidente del Gobierno, José María Aznar.Los lazos familiares, en una sociedad como la española donde los contactos suelen ser más decisivos que los méritos (y por supuesto, que las cuotas), siguen siendo un trampolín. Y eso es válido tanto para hombres como para mujeres. Aunque del anterior alcalde pocos recuerden que inició su carrera política siendo hijo de un pionero de Alianza Popular, Botella no se librará de ser tratada como "señora de Aznar".
La nueva alcaldesa tiene experiencia como concejal desde 2003, si bien su gestión, primero al frente de empleo y servicios al ciudadano y luego de medio ambiente, ha sido polémica (por ineficaz, según sus críticos). A partir de ahora, tendrá más focos aún sobre ella. Y más micrófonos para captar sus frases célebres, casi aforismos, como escribre Bruno García Gallo. ¿Recuerdan?: "Los matrimonios de homosexuales nunca serán igual que los de heterosexuales, de la misma manera que dos manzanas dan lugar a otra manzana y una manzana más una pera nunca darán lugar a otra manzana".
Botánica aparte, Botella, también ha dicho algunas cosas que muchas lectoras de este blog podrían suscribir: "Me considero una española típica de mi generación. Nuestros maridos comprenden que trabajas, pero cuando te ven en la cocina te preguntan: '¿Por qué no hay tal cosa en la nevera?'. Chico, ve y cómpralo tú. O te dicen: 'Oye, te he ayudado'. Esa frase me ponía muy nerviosa. Lo dicen como si fuera responsabilidad nuestra. Las mujeres de 30 años ni se lo plantean. Un hombre que las tratara así no duraba un año".
Y aunque planee la sombra de llegar a la alcaldía matrimonio mediante, cabe desearle suerte. Si lo hace bien, estupendo. Si lo hace mal, será una prueba de que las mujeres tienen derecho, también, a demostrar el mismo nivel de incompetencia que los hombres. El porte de las críticas que reciba puede ser un termómetro para medir si, de una vez por todas, las quejas se deben solo a la gestión o tienen el añadido del sexo; es decir si se mide a todos por igual. Suerte, alcaldesa.
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